Por: Mauricio Brizuela Arce

A dos años del inicio de la pandemia por covid-19, es posible hacer un análisis de lo que hemos aprendido. Aunque todavía el mundo está lejos de recuperarse del gran golpe que recibió a partir de las diferentes crisis que el virus trajo —crisis sanitaria, económica, social, cultural, etcétera—, también es posible identificar aprendizajes y logros. Particularmente desde el punto de vista de la estructura de las empresas, análisis y estudios arrojan algunos datos positivos sobre el desempeño de los consejos de administración durante los meses más precarios, además de que nos regalan algunas enseñanzas que ayudarán a las organizaciones en el futuro.

El Consejo de Administración antes de la pandemia

Para comprender mejor estos ajustes, merece la pena echar un vistazo a cómo se hacían las cosas en los años anteriores al 2020, una época en la que no se consideraba que se debería enfrentar una etapa tan complicada… lo cual es, en retrospectiva, una llamada de atención, ya que como exponen Seymour Burchman y Blair Jones en el artículo “How boards can plan for the disasters that no one wants to think about” que publicaron en 2020 en la Harvard Business Review, en enero de ese año el reporte de riesgos del Foro Económico Mundial mencionó la potencial amenaza de las enfermedades infecciosas. “Aún así, pocas empresas incluyeron a una pandemia global en sus categorías de riesgo más altas”.

Cualquier empresa que planee continuar en su industria debe crear una estrategia para la resiliencia. Un Consejo de Administración eficiente lo tiene en mente al diseñar planes y procesos para emergencias, situaciones en las que aumentan los obstáculos o incluso crean nuevos. Lo curioso es que las medidas con mejores resultados que se llevaron a cabo durante la pandemia quizá no estaban en un manual titulado “Qué hacer en caso de una crisis sanitaria mundial”, sino que surgieron de consejos alerta y de rápida respuesta, como lo explicaré a continuación.

El Consejo de Administración durante la pandemia

Un estudio de McKinsey, llevado a cabo en 800 empresas de todo el mundo, encontró que los consejos fueron ágiles en sus respuestas al librar una batalla en contra de dos crisis simultáneas: de salud pública y económica. Entre los hallazgos que se mencionan en diferentes artículos que resaltan esto mismo, se pueden mencionar las siguientes buenas prácticas: 

Buena colaboración entre el Consejo y el equipo directivo. Ante los cambios abruptos que muchas empresas tuvieron que implementar en sus operaciones (trabajo a distancia, cerrar tiendas físicas al público, adoptar modelos de comercio electrónico por primera vez, etc.), un gran acierto fue hacer más sólida la colaboración entre el equipo directivo y el Consejo de la empresa, incluyendo a directivos y personas en puestos ejecutivos. Por supuesto, esto se logró sobre todo en aquellas empresas en donde la comunicación ya era buena, lo que ayudó a que el trabajo se realizara con mejores resultados.

Adopción de nuevas tecnologías para procesos más eficientes. Este fue un cambio que afectó a organizaciones de todos los tamaños y todas las industrias. De pronto tuvieron que aprender a utilizar herramientas digitales o automatizadas para alcanzar los objetivos de equipos que trabajaban a distancia, para atender a clientes y proveedores con interacciones presenciales limitadas y adaptarse a procesos que emigraron a entornos del internet, como declaraciones mensuales al fisco.

Flexibilidad en los modos de trabajo. A distancia, coincidir en fechas para reuniones y seguimiento del Consejo cambió mucho. No solo existía la posibilidad de tener problemas de salud o tener que cuidar a alguien en casa, sino que también comenzaron a abrirse las opciones de incluir a miembros en otras latitudes. Eso implicó replantear las sesiones con algunas personas a través de una llamada virtual o de forma presencial en la oficina; que alguien se conectara desde otro país en un horario inusual para algunos de los involucrados o resolver más asuntos con un simple correo electrónico y reducir las juntas. Es, quizá, uno de los cambios más importantes.

Ya que mencioné lo bueno que ya se hizo y debería seguir haciéndose, hablaré de lo que todavía no es práctica común, pero que es importante que lo sea.

El Consejo de Administración después de la pandemia

Evaluar al Consejo. Esto lo he mencionado ya en muchos artículos, así que disculpen mi insistencia: la evaluación del Consejo es prioridad porque ayuda a identificar las oportunidades y el trabajo bien hecho. Así, se corrigen los errores a tiempo (o antes de causar más daño) o se reconocen las estrategias exitosas, para repetirlas y adaptarlas a nuevas condiciones.

Recordar la importancia de asegurar la sustentabilidad del negocio. A través de la resiliencia es posible lograr este objetivo. Más que garantizar estabilidad económica, debe pensarse en cómo los líderes de la empresa y el Consejo pueden trabajar en equipo para implementar cambios inteligentes, que respondan a las necesidades de la organización en medio de situaciones complicadas. Me refiero a revisar la forma en que se hacen negocios, las herramientas novedosas que podrían hacer más sencilla la operación, ajustar la agenda para enfocarse en lo que debe resolverse con urgencia, hacer más flexible al Consejo para tomar decisiones a contra reloj y procurar líderes que hagan gala de su creatividad al enfrentar problemas.

Hacer un balance entre las ganancias y el bienestar de los trabajadores. Dicho lo anterior, recordemos que no todo se trata de tener felices a los directivos o inversionistas, sino también de crear un balance que garantice “que los líderes corporativos tomen en cuenta a las comunidades locales (a través de la oferta de bienes y servicios que se necesiten), garantizar que los proveedores que necesitan efectivo no se queden fuera del negocio y que compartan las preocupaciones con los empleados de primera línea”, como se explica en este artículo.

Antes no considerábamos que una crisis como la del covid-19 pudiera ocurrir, mucho menos impactar a las empresas y sus consejos con esa velocidad fulminante. Lo que pasó cambió todo eso: lo más seguro es que ocurran otras relacionadas con la protección de datos en el entorno digital, rupturas en los algoritmos de intercambios de seguridad, desastres climáticos, conflictos bélicos u otro virus. Más vale que lo que aprendimos en estos dos años no se olvide; nuestro futuro depende de ello.

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Contacto:

Mauricio Brizuela Arce. Presidente del Consejo de Administración y Socio Director de Salles Sainz Grant Thornton

Twitter: @SallesSainz

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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