En Latinoamérica nos gusta distraernos con el pasado. Enaltecemos la historia lejana o reciente, la llenamos de héroes míticos y la convertimos en argumentos políticos fantasiosos. Somos extraordinarios para construir una visión nostálgica de un pasado inexistente. Somos un adolescente añorando la niñez o el primer amor. 

Latinoamérica es una región que no logra desarrollarse como pudiera, sólo África nos gana en conflictos políticos y estancamiento. Somos algo que no fue, pero puede ser, pero no será, pero no importa porque quizá algún día sea.   

El romanticismo nos hechiza y nos ancla. Mientras otros países se dedican a plantearse metas y estrategias, a negociar compromisos para crear riqueza y oportunidades, nosotros nos desgastamos en enfatizar diferencias ideológicas. Además, nos encanta creer que es el gobierno y peor aún, un líder carismático, quien debe llevarnos de la mano.  

López ha reforzado la idea de regresar a ese pasado mítico, inexistente en donde el gobierno personificado en su Alteza Serenísima, sabe todo y resuelve todo con bondad y moral infinita. El pueblo, que es él, lo respalda a él, porque sólo él es el pueblo. El argumento es perversamente circular: Un perro que se muerde su cola. 

A los seres humanos nos encantan las historias. Somos buenos para creer cuentos y no tanto para analizar. La historia de López tuvo éxito electoral, pero no ha podido entregar resultados que la respalden. Ese cuento llega a su fin, aunque algunos quieran seguir de pulgas en la cola del perro.  

Por otro lado, con el Frente Amplio por México surge un nuevo relato que organizaciones ciudadanas y partidos de oposición empiezan a crear. La nueva historia habla de democracia, de diversidad, de tolerancia y de libertades, sobre todo, de futuro. No de limitaciones sino de oportunidades, no de anclas, sino de imaginación, no de sufrimiento, sino de éxito. No de culpables y enemigos, sino de responsabilidades. No de tradición, sino de innovación y tecnología. 

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Todavía; sin embargo, tenemos confusiones. ¿Queremos erradicar la pobreza o queremos  crear riqueza? Si queremos erradicar la pobreza, nos quedaremos cortos. Si, por el contrario, queremos crear riqueza, estaremos no sólo incrementando la probabilidad de erradicar la pobreza, sino elevando el nivel de vida de toda la población. 

¿Queremos crear riqueza o disminuir la desigualdad? Si nos enfocamos en disminuir la desigualdad, podemos frenar la creación de riqueza. ¿El sur de México es pobre por culpa del norte? ¿Qué no hace unas décadas el sur era el rico por el petróleo? A la larga, el crecimiento económico es la única medicina, lo demás, son efectos secundarios. 

¿Quién crea riqueza, el gobierno o la sociedad? El gobierno nunca ha creado riqueza; puede respetarla y fomentarla, no crearla. Pero eso sí, el mayor obstáculo a la creación de riqueza siempre es el mal gobierno y de eso tenemos ejemplos por todos lados. 

El gobierno, en el mejor de los casos, sólo es socio por pago de impuestos de las buenas empresas, de las empresas competitivas y exitosas. ¿Cómo puede ser un buen socio? Eliminando trabas a la inversión, fomentando la libertad y la competencia económica, facilitando el pago de impuestos y la formalidad, y entregando buenos servicios en lo que le competa: seguridad, justicia, imparcialidad, transparencia, infraestructura, educación y salud. 

Ante la duda, siempre es mejor menos que más. Tres preguntas básicas: ¿Esto que hace actualmente el gobierno es necesario? No, se desaparece. Sí, entonces viene la segunda pregunta: ¿Es indispensable que lo haga el gobierno? No, se pasa a la sociedad (empresas, ONG, ciudadanos). Sí, entonces ¿cómo lo va a hacer?, ¿con qué estándares de calidad, con qué recursos, con cuál transparencia?, ¿quién lo va a evaluar y por qué método?  

Incluyamos competencia política y económica en todo lo que podamos porque sólo un sistema competido es competitivo.   

Dejemos de mordernos la cola y veamos hacia adelante. Ya basta de malos cuentos. Hagamos uno lleno de libertad, responsabilidad y rendición de cuentas. Hagamos un cuento no de gobierno paternal, sino de sociedad adulta. El cuento no es perfecto, ni le resuelve todo a todos, pero sí le da la oportunidad a cada quien de vivir su propio cuento. Y sí, si alguien está fuera del cuento por falta de buena educación, inseguridad o injusticia, hagamos algo, todos, por meterlo al cuento. 

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Contacto:

*Santiago Roel R. es director y fundador del Semáforo Delictivo, herramienta de rendición de cuentas, evaluación y análisis del comportamiento de la delincuencia y violencia en México.

www.semaforo.mx

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