Una empresa familiar debe estar siempre atenta a nuevas oportunidades, haciendo lo necesario para ajustarse al mundo actual de los negocios. En palabras de Barbara Corcoran, “tu peor debilidad puede convertirse en tu mayor fortaleza”, por lo que todo líder estratégico debe estar atento para convertir vulnerabilidades en oportunidades, y es ahí donde entramos en el apasionante tema de los riesgos. Pero antes de entrar en materia, me gustaría compartir una fábula de Esopo.

Había una vez un león entrado en años al que le costaba trabajo cazar a sus presas. Decidió entonces fingirse enfermo e invitó a los animales de su reino a visitarlo en su cueva. Muchos animales no midieron los riesgos y entraron al lugar. La zorra también visitó al león, pero decidió únicamente saludarlo desde afuera de la cueva. El león, al ver esto, le dijo: “No desconfíes, me encuentro enfermo y débil, si pasas no te haré daño alguno”. La zorra contestó: “Observo en tu entrada muchas huellas de animales que entraron, pero no están las de su salida, creo que prefiero no saber cuál fue su destino”.

Gracias a su inteligencia, la zorra salvó su vida, dándose cuenta del peligro  y tomando la mejor decisión acorde a las circunstancias. De la misma forma, los líderes de una empresa familiar deben conocer los riesgos a los que está expuesta su empresa para que puedan diferenciar oportunidades de amenazas: cuándo es momento de domar al león y cuándo es mejor evitarlo. Antes que nada, es importante entender los tipos de riesgos a los que normalmente se enfrenta una organización. Veamos cinco de los más importantes:

Riesgo de gestión. Se da cuando no se ha diseñado una estrategia formal, cuando se depende demasiado del líder de la organización y, sin él, la empresa cae en el caos. Para mitigar este riesgo es necesario tener una visión y una serie de objetivos claros.

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Riesgo de propiedad y patrimonio. Aquí es menester lograr acuerdos entre familiares sobre cómo dividir las acciones de la empresa, cómo repartir las ganancias y el rol de cada familiar en la compañía. Si la empresa no sistematiza estos acuerdos, el horizonte aguarda conflictos fuertes entre familiares. En cuanto a la conservación del patrimonio obtenido, es necesario crear un plan para administrar el capital económico, por ejemplo, a través de la creación de un family office.

Riesgo de sucesión. Este paso implica un plan donde se diseña un perfil del líder empresarial, se realiza un proceso de selección de los mejores candidatos y se da un acompañamiento al sucesor elegido. El riesgo de sucesión es uno de los más mortíferos, pues sabemos la poca proporción de empresas familiares que sobreviven a la segunda generación.

Riesgo de reputación. Toda empresa genera un prestigio y una imagen frente a sus clientes. Cuidamos de este ámbito poniendo atención en el servicio al cliente, utilizando efectivamente la publicidad y contribuyendo de manera responsable con la comunidad que rodea a la empresa. Podemos ver este riesgo bien ejemplificado en Tesla y su dueño, Elon Musk, y cómo el valor de la compañía se ve afectado cuando su dueño toma decisiones controversiales.

Riesgo financiero. Las empresas familiares evitan riesgos financieros al privilegiar la reinversión y evitar el endeudamiento. Toda decisión financiera importante conlleva su gran dosis de incertidumbre, por lo que no hay que dejar nada a la suerte: con cada una de estas decisiones, la empresa familiar se juega su patrimonio.

¿De cuántos de estos riesgos estás consciente? Una buena gestión de cada uno de estos riesgos puede convertir las vulnerabilidades de tu empresa en fortalezas. Cualquiera de estos riesgos, al no ser atendidos, representa un punto ciego y, como en la fábula del zorra y el león, omitir ciertos detalles, aunque estén frente a nuestros ojos, puede significar la muerte. 

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