En el contexto actual de los negocios, resulta evidente que el éxito de una organización no depende únicamente de lo que un equipo de trabajo o sus líderes saben hacer. Cada vez hay más oportunidades para que una compañía pueda tener colaboradores con formación académica integral y especializada, capacitación en el uso de tecnología o el dominio de idiomas, entre otras habilidades. La experiencia muestra que esto no es suficiente para llegar al éxito.

Los líderes de empresas familiares deben entender que es igualmente valioso cómo hacen el trabajo día a día y resulta trascendental para alcanzar los objetivos de una organización. Es así como las llamadas soft skills o habilidades blandas resultan cada vez más importantes en la consecución del éxito empresarial. Esto es fácil de entender cuando pensamos que, dentro de toda organización, gran parte del trabajo de un líder se basa en las habilidades comunicativas, la resolución de conflictos, la adaptabilidad a los cambios, la capacidad de innovar, o, aquella de la que me interesa hablar hoy: el manejo de las emociones. Para entender la importancia de considerar este aspecto dentro de una empresa familiar, reflexionemos a través de la siguiente fábula que leí hace algunos años:

Érase una vez un murciélago que golpeó su cabeza mientras volaba. Por el golpe, cayó en el nido de una comadreja que odiaba a los ratones. Al ver al murciélago, la comadreja dijo exasperada: “¡Aquí no eres bien recibido, ratón, te las verás conmigo!”. El murciélago reaccionó rápidamente y contestó: “¡Espera! No soy un ratón, soy un ave. Mira: tengo alas”. De esta manera, el murciélago se salvó de la furia de la comadreja. Tiempo después, el mismo murciélago sufrió una nueva caída y esta vez cayó en la madriguera de un zorro que odiaba a los pájaros. Cuando vio al murciélago, el zorro gritó furioso: “¡Inmundo pajarraco, pagarás haber entrado a mi hogar!”. El murciélago se apresuró a decir: “¡No soy ningún pájaro, amigo! Observa bien, no tengo plumas, no soy más que un ratón”. Este murciélago, que sabía adaptarse a las circunstancias que le ocurrían, pudo salvar su vida una vez más.

En situaciones de gran apremio —como las que vivió el murciélago de la fábula— es importante que un líder sepa adaptarse a lo que se le plantea por delante. En este sentido, el manejo de la emotividad a través de la inteligencia emocional puede ser un factor clave para afrontar adecuadamente las problemáticas de cualquier empresa familiar.

Liderar no es solo mandar

Un verdadero líder no se dedica únicamente a dar órdenes o a distribuir el trabajo a sus colaboradores. El liderazgo implica ganarse la confianza y el respeto del equipo de trabajo a través del ejemplo, de la forma en que se establecen relaciones interpersonales con los compañeros y con los familiares que son parte de la empresa.

El concepto de inteligencia emocional fue desarrollado en el mundo de los negocios gracias a la investigación de Daniel Goleman. Su trabajo mostró que el liderazgo necesita tomar en cuenta la emotividad propia y la de quienes nos rodean para conseguir una influencia efectiva sobre el equipo de trabajo. Resulta, pues, fundamental que los líderes de una empresa familiar aprendan a desarrollar estas habilidades y que, mirando hacia el futuro, el perfil de los probables sucesores tome en cuenta el desarrollo de aspectos como el asertividad, las habilidades comunicativas, la motivación o la empatía. De esta manera, un buen líder aprenderá a saberse ratón o ave, dependiendo de qué sea lo más conveniente para el beneficio de los colaboradores, de la empresa y la familia.

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Las emociones ante el espejo

El manejo de las emociones comienza por sí mismo, tiene como fundamento básico de pensar antes de actuar: hay que evitar dejarse llevar por las emociones, estableciendo un control sobre aquellas que podrían resultar negativas en el entorno laboral. De esta manera, un líder emocionalmente estable sabrá aceptar la crítica y la retroalimentación; será capaz de abordar una problemática como un reto, evitando el estrés propio y de sus colaboradores; sabrá elegir con inteligencia las emociones que debe expresar frente a su equipo de trabajo; se pondrá en el lugar de sus colaboradores fomentando la empatía, tratando de acercarse a otros puntos de vista y entenderlos. El murciélago de la fábula supo entender a los otros que lo rodeaban; esta comprensión ayudará al líder a llevar su empresa por el mejor camino posible.

El líder debe saber impregnar esta forma de ser inteligente con las emociones a cada integrante de la compañía y, sobre todo, a aquellos que están considerados como probables sucesores. Esta formación debe fortalecerse desde los distintos órganos del gobierno corporativo, así como desde la visión familiar: en casa se construye el legado y la identidad de la familia empresaria. El conocimiento de uno mismo, es decir, la capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en que aparece, constituye la piedra angular de la inteligencia emocional

Convencer a través de las emociones

Para que el equipo de trabajo de una empresa familiar se encuentre alineado en su forma de trabajo, no basta con tener por escrito los objetivos, visión y misión de la compañía. El liderazgo debe buscar que esos elementos que guían a la empresa hallen también un eco en los intereses personales de los colaboradores para mantenerlos motivados a través de su capacitación o de la asignación de puestos de trabajo de acuerdo con esa visión personal. 

Igualmente, en el proceso de sucesión debe tomarse en cuenta que el espíritu de servicio y la entrega por la organización familiar no surgen de la nada: son aspectos que se enseñan desde el seno familiar y que se llevan a la práctica con el seguimiento a cada uno de los probables colaboradores que pueden ser el futuro líder de la empresa. 

Ante el peligro, no precipitarse

El estrés en el entorno laboral puede resultar catastrófico para una organización. Por décadas, está situación se manejaba en las empresas con más estrés, carga de trabajo, regaños y un sinfín de recursos poco inteligentes. El líder con inteligencia emocional sabrá calmar a su equipo de trabajo para que pueda tomar la mejor decisión en el menor tiempo posible en beneficio de los clientes, colaboradores y empresa. Como dice Nia Ayanz, consultora y profesora del curso de inteligencia emocional para líderes: “las emociones son la puerta que debemos abrir para llegar a donde queremos en el contexto actual de cambio continuo”.

En un entorno familiar que se preocupa por formar a sus líderes, se fomentarán los espacios adecuados para expresar opiniones sobre los acontecimientos trascendentales de la compañía. Así mismo, es importante hacer habitual el reconocimiento de los logros de la organización y los colaboradores: esto conduce al enfoque y motivación de nuestro equipo. 

De acuerdo con un interesante y detallado estudio de Harvard Business Review, 64 % de las organizaciones que toman en cuenta la inteligencia emocional en sus métodos de trabajo tienen una alta tolerancia a los riesgos y un alto grado de control sobre su futuro. Hacer de la gestión de las emociones un hábito dentro de la empresa familiar y del plan de formación de un sucesor es una estrategia que puede representar una gran red de seguridad para la continuidad y crecimiento de tu compañía.

Contacto:

Twitter: @mariorizofiscal

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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