Pese a que los candidatos presidenciales y a otros puestos de elección popular han enfocado gran parte de sus esfuerzos a presentar sus propuestas de campaña y atacar a sus contrincantes a través de redes sociales, sigue siendo poco probable que el resultado de la batalla electoral se decida en esta arena. En México sólo 63.9% de la población tiene acceso a internet, y 14 millones de personas viven en zonas rurales marginadas de esta conectividad, según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2017 del INEGI. En ese sentido, ¿qué tan probable es que las redes sociales sean factor de manipulación electoral en un país con una tasa de abstencionismo juvenil de 40%, en el que sólo 6 de cada 10 mexicanos dispone de internet y en el que aún existen 24.5 millones de personas que no cuentan con un teléfono inteligente? Al panorama electoral se integra el de las fake news, en el que estudios prematuros respecto a este fenómeno señalan que las noticias falsas pudieron haber influido en el resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en favor del actual presidente Donald Trump frente a su contrincante Hillary Clinton. Sin embargo, especialistas consultados por Forbes México señalan que aún es muy difícil comprobar que exista una relación causal y directa entre las fake news y las preferencias electorales, al menos en nuestro país. En comparación con Estados Unidos, en donde el porcentaje de cibernautas supera el 78.2% de la población y sus usuarios de redes sociales equivalen a más de tres cuartas partes de la población del país con 195.3 millones de usuarios, de acuerdo al Banco Mundial; en México 83 millones de mexicanos en Facebook (70% de la población) y 35.6 millones en Twitter están expuestos a las noticias falsas en internet, según cifras de ambas plataformas. De acuerdo al Doctor en Ciencia Política de la Escuela de Gobierno y Ciencias Sociales del Tec de Monterrey, Juan Manuel Ortega, lo que sí puede haber es la construcción y siembra de dudas sobre la importancia de la democracia y las instituciones, es decir “la intención de reducir el incentivo de votar.” Explica que entre tanto ruido y bombardeo de información circulando en línea, las noticias falsas apuestan por alimentar ideas erróneas sobre la democracia y causan miedo al voto, provocando que el abstencionismo juegue un papel importante para que el proceso electoral “se quede en manos de unos pocos”. A este exceso de información se suma el porcentaje de jóvenes que no vota. Las tasas de abstencionismo entre este grupo superan el 40% en elecciones federales y de acuerdo a la 4° Edición del Índice Nacional de Participación Juvenil en México (INPJ 2015 – 2016), más de la mitad de los jóvenes no se involucran en los procesos democráticos del país. “Esto es especialmente grave si se considera que, por la cantidad de votos potenciales que representa esta parte de la población (30%) , son quienes probablemente elijan al próximo presidente de México”, afirma Alonso Cedeño, experto en marketing político digital y especialista en comunicación estratégica y operaciones gubernamentales.   Mexicanos, aliados y cómplices de las fake news Cerca de 70 millones de mexicanos consultan en internet todo lo relacionado a las próximas elecciones y seis de cada 10 lo consideran la herramienta principal para conocer las propuestas y los escándalos de los candidatos, de acuerdo a las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). “Es por esto que la guerra sucia se ve en internet, y no en los medios tradicionales, que ya están hiperregulados, mientras que los medios virtuales no”, sostiene Ortega y afirma que las fake news han existido desde siempre y “no son cosa del mundo digital”. Estos contenidos falsos, generalmente con información poco precisa y tendenciosa, también se reproducen a través de las llamadas “granjas de bots” en redes sociales, y son “cuentas que generalmente no tienen un usuario real que las respalde, creadas para “generar polémica y polarización de opiniones en internet”, explica Cedeño. “La gente lee y comparte lo que quiere creer y lo que necesita para confirmar la visión del México que quiere”, explica Ortega, y afirma que esta práctica alimenta ideales que no corresponden a la realidad mexicana y que el algoritmo de Facebook, el cual selecciona y muestra el tipo de contenido en el que el usuario “puede estar interesado”, provoca. “Se nos vendió la democracia como el proceso que solucionaría todos nuestros problemas y evidentemente no lo hace, ni lo va a hacer. Soluciona la transferencia del poder político, que es muy importante, pero no la distribución inequitativa de la riqueza, ni de la pobreza, y las redes sociales son el medio ideal para propagar esa creencia”, afirma el especialista en comunicación política. Para evitar que estas prácticas afecten la decisión de 80 millones de usuarios de redes sociales, el especialista Alonso Cedeño comparte que en esta era de redes sociales y nuevas tecnologías, los políticos “deben enfocarse a hacer política de la buena, y no llevar las viejas prácticas de corrupción a los medios digitales”.

 

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