La consulta sobre la Revocación de Mandato está a la vuelta de la esquina. En las próximas semanas arreciará el debate entre la participación o la abstención. 

Es un tablero en el que podemos encontrar diversas posiciones y matices. Por supuesto, están quienes acudirán a las urnas bajo el llamado del presidente López Obrador, en el entendido que el resultado, sin duda favorable, significará una suerte de ratificación. En este cuadrante se encuentran los apoyos más duros de la 4T. 

También gravitan, en el extremo del tablero, los que piensan que sí hay que votar porque concluya el mandato presidencial y se destituya al titular del poder Ejecutivo. Son una franca minoría, aunque será interesante el observar sus alcances.

En cambio, hay corrientes muy importantes que están llamando a ejercer la abstención, es decir, a demostrar que la consulta es inútil, porque en realidad no proviene de una iniciativa ciudadana, sino desde el propio poder. 

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Hay que tener presente que la oposición está en otra dinámica y no participará el próximo 10 de abril, como ya lo han dicho diversos dirigentes partidistas del PRI, PAN y PRD.

En las consultas ciudadanas la abstención adquiere un papel relevante o inclusive activo, porque existen horizontes de participación para que sus resultados sean vinculantes. Se requiere que un 40 por ciento de los inscritos en el Padrón Electoral acudan a las urnas, en otros términos, tendrían que participar 37 millones 129 mil 286 ciudadanos. Es muy difícil que esto ocurra. 

El presidente ha dicho que, aunque no se alcance ese umbral, si la decisión de los votantes es la conclusión anticipada del mandato, él estaría en la disposición de renunciar al cargo. Esto tampoco ocurrirá, porque es imposible que exista una mayoría que se pronuncie en ese sentido.  

No estamos dentro de una crisis política que requiera cambios de semejante magnitud. Es más, inclusive entre sectores críticos a la 4T hay la convicción de que debe concluir su mandato, porque el presidente López Obrador fue elegido democráticamente para gobernar los seis años.

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Todos sabemos que los impulsores relevantes de la consulta son militantes de Morena y que su objetivo es claramente propagandístico. 

La democracia participativa es importante, pero las consultas de Revocación de Mandato están iniciando de la peor forma, con recursos limitados para su realización, violaciones recurrentes a la veda electoral, dinero de procedencia desconocida, como el que se utilizó para la colocación de cientos de anuncios espectaculares a lo largo de todo el país y con una franca hostilidad contra el INE. 

Más allá de los discursos, no se obtendrá nada provechoso de este ejercicio, sino al contrario, se podrá en riesgo a las instituciones electorales, porque más allá de los resultados, existe ya la determinación de seguir debilitándolas para que al menos no sean lo que hasta ahora han sido, las garantes de la democracia y de su gobernabilidad. 

Mi hipótesis es que la ciudanía lo sabe y por ello no caerá en la trampa. La abstención vencerá y no se alcanzará el umbral de participación que se requiere. 

Será una lección, por supuesto, otra cosa será que se le aquilate en su justa dimensión. 

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