Rosario no sabe qué va a comer su familia hoy. Lo bueno es que el día apenas comienza, así que tiene tiempo para resolver esa situación. Lo dice calmada, como si fuera algo de todos los días, mientras ve a Jaime preparándose para salir a pepenar. Y sí, eso es algo de todos los días. Lo sabe Rosario, lo sabe el partido político que la visitó hace unos meses, lo sabe la estadística y, a sus 11 años, lo sabe Jaime.

La pobreza es y siempre debe ser un tema que esté en la mira de todos: gobiernos, empresas, organizaciones de la sociedad civil y sociedad en general, sobre todo en un país como el nuestro en donde el porcentaje de personas en esta condición es apabullante. 

Estamos convencidos de que este tema debe ir acompañado de reflexiones que contengan propuestas claras, aplicables y cuyo impacto pueda ser materializable y medible de manera constante. Al final, se trata de una responsabilidad conjunta que se convierte, cada vez más, en máxima prioridad.

El Coneval presentó hace algunos días los resultados estadísticos de la medición de la pobreza del año 2022. Y sí, a primera vista estos son alentadores y generan la expectativa de progreso en un país en donde lo tenemos todo, empezando por el músculo de nuestra economía. 

Según los datos presentados, hay 5 millones menos de personas en pobreza (pasamos de 42% a 36% de la población). Sin embargo, un análisis un poco más detallado revela la situación apremiante en la que nos encontramos: más personas viven en pobreza extrema (9.1 millones de mexicanas y mexicanos), solo 27% de la población total vive por encima del ingreso de la canasta básica (35 millones de personas) y la tercera parte de México vive con alguna carencia social (46.8 millones).

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A esto se le puede sumar el hecho de que la educación, en calidad y cantidad, ha disminuido en los últimos años; que los salarios no han aumentado proporcionalmente al incremento de la inflación o los gastos de consumo; y que el acceso a la salud -probablemente el fenómeno más preocupante- se ha reducido enormemente: 50 millones de mexicanos no tienen acceso a servicios de salud.

El dato está ahí… ahora tenemos que transitar del ¿qué podemos hacer? al ¿qué estamos haciendo? Si la pobreza es multidimensional, las respuestas deben ser de la misma naturaleza.

Desde nuestro terreno de acción, las empresas globales estamos contribuyendo al mantener el compromiso con uno de nuestros máximos propósitos: detonar el crecimiento constante y escalable. Y podemos ponerle “apellido”: crecimiento económico, social, laboral.

Cuando iniciamos nuestra labor como consejo hace casi 20 años, coincidimos en que no bastaba con simplemente reunirnos, sino que era necesario hacerlo en torno a una idea común.  Esa se llama desarrollo sostenible y el primer puerto de llegada es el 2030.  Esto es prácticamente mañana. Por eso nos hemos enfocado en  tres pilares que se han convertido en la brújula de trabajo de las 62 empresas que forman parte del Consejo de Empresas Globales en México. Estos son la economía en crecimiento, la inclusión social y la protección ambiental. 

Dentro del contexto del desarrollo económico -una dimensión que por cierto se vincula estrechamente con el problema de la pobreza en México- es aquella relacionada con la equidad salarial, la disponibilidad de empleo, la mejora de habilidades profesionales y la creación de oportunidades laborales. 

La realidad es evidente para aquellos dispuestos a observarla: las familias mexicanas viven mayoritariamente de su trabajo, ya sea porque es el ingreso principal o porque es el único con el que cuentan para tomar decisiones. La mitad de nuestras familias viven con menos de 16,000 pesos mensuales (considerando todos los ingresos del hogar) y estos provienen casi exclusivamente de su chamba.

Por ello, nuestras compañías han dirigido sus esfuerzos hacia la ampliación de los salarios para sus colaboradores. Actualmente, las empresas globales ofrecen salarios significativamente superiores al promedio nacional, buscando proporcionar estabilidad económica a las familias. Recordemos que un empleado de una empresa global no solo se representa a sí mismo, sino también a su familia, con sus respectivas necesidades y expectativas. Además, junto con el mejoramiento salarial, las prestaciones, beneficios y derechos que se garantizan a nuestros colaboradores juegan un papel fundamental en la dignificación de su labor. 

Sin duda, la salud, la educación y la construcción de un futuro sólido son la base de un crecimiento sostenido. Por ello, las empresas globales tenemos programas integrales de salud y bienestar. También capacitamos a nuestros colaboradores no solo en competencias técnicas, sino en habilidades blandas, para que puedan alcanzar mayores niveles de desarrollo profesional. Además, trabajamos con la academia para identificar y solventar las carencias actuales y futuras de conocimientos y competencias que son necesarias para el mercado laboral.

No podemos perder de vista que el desarrollo económico está estrechamente ligado a la inclusión y al acceso regular a bienes esenciales. En este marco, los jóvenes desempeñan un papel significativo en nuestros proyectos actuales, mientras seguimos comprometidos con acciones que generen un impacto positivo en mujeres, adultos mayores e infancia. De acuerdo con datos del Inegi, México cuenta con aproximadamente 31 millones de jóvenes, considerando a aquellos en edades comprendidas entre los 14 y 29 años. Entre ellos, alrededor de 20 millones están en edad para trabajar. Sin embargo, este grupo enfrenta una tasa de desempleo superior al 5%. 

Es fundamental abordar esta situación desde una perspectiva multidimensional. Tal como señala el IMCO, la inclusión de los jóvenes no se trata solamente de asegurar mayores puestos de trabajo para este grupo etario que un día asumirá la carga económica del país. Se trata de brindarles acceso a recursos fundamentales que les permitan mejorar sus condiciones de vida.

Dentro de las condiciones de vida está, sin duda, la preservación del medio ambiente. Es imperativo asegurar la integridad de nuestro entorno, ya que nuestra capacidad de desarrollo está ligada a la disponibilidad de recursos y a nuestra responsabilidad ecológica. Es esencial que nuestras acciones reflejen una conciencia ambiental sólida para impulsar un auténtico progreso. 

Por ello, las empresas globales seguimos innovando en nuestros procesos productivos para que se optimice el uso del agua; hemos implantado tecnologías de alta eficiencia, que reducen el consumo de energía y gran parte de nuestros procesos productivos se hacen con energías renovables. 

Hemos hecho compromisos globales de descarbonización a lo largo de todas nuestras cadenas productivas para contribuir a revertir el cambio climático. Reconocemos que al proteger al medio ambiente, nos estamos protegiendo a nosotros mismos y a nuestras familias. Nuestra fortaleza es global y nuestro compromiso también lo es.

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Aunque todavía quedan acciones por realizarse y el tiempo apremia, estamos convencidos de que estamos en el camino correcto. Lo sentimos así a medida que nuestro alcance se amplía, brindando la oportunidad a un mayor número de personas de unirse a nuestra causa. Un ejemplo palpable es la participación activa de las PyMEs en nuestras cadenas de proveeduría, esas más de 5 millones de empresas que representan el 99% del tejido económico de México.

Por otro lado, el fenómeno del nearshoring emerge como una poderosa plataforma de generación de empleo, enriqueciendo el panorama laboral. Asimismo, los programas de valor compartido de nuestras empresas están abordando cada vez un abanico más amplio de problemáticas, demostrando nuestro compromiso con el desarrollo sostenible. 

El crecimiento debe ser para todas y todos. Y la mejor forma de saber que estamos creciendo es ver diluirse la pobreza como tema de conversación bajo la máxima de que no se habla de lo que no existe. Así que pasemos de la palabra a la acción, asegurándonos que cada paso que demos contribuya efectivamente a crear el país que los mexicanos nos merecemos. 

Contacto:

Erika Quevedo, directora general del Consejo de Empresas Globales.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

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