ADIÓS SOCIEDAD, HOLA MASA

No quiero hablar de política. Menos aún de políticos. Pero sí de realidades en lo social. ¿Contradicción? No. Me motiva la voluntad, no el capricho. Lo cierto es que nunca he comprendido el verdadero significado y consecuencias de la Tecnocracia. ¿Cuál es su contenido, alcances y efectos? Quizá debamos preguntarle a politólogos o teóricos del Estado, o simplemente a los políticos. Pero ¿a cuáles? Por dónde empezar. Al parecer la tecnocracia es una forma de gobierno que obviamente repercute en una forma de Estado. Entre ambos, gobierno y Estado, existe una muy íntima relación. Cada uno por su lado conformando generalmente una misma realidad.

EL OBJETIVO ES EL RITMO

En esta época de incertidumbre total, de incertidumbre absoluta, nadie puede negar que pudiésemos estar viviendo o padeciendo efectos de una post tecnocracia o novedosa tecnocracia disfrazada de camaleón, disfrazada de algo. Quizá de lobo, quizá de oveja. El disfraz es lo de menos. Lo importante es que esta tecnocracia resurge, si es que alguna vez dejó de existir, con la intención de marcar un mismo ritmo en su práctica política. De dar un mismo ritmo a lo arrítmico. Es decir, de proyectar lo informal como formal. Actuar irracional para presentarse como racional. Ser desacompasado para actuar como acompasado. Vivir en el caos para sobrevivir en dizque estabilidad. En este ecosistema tecnocrático todo se vale, todo, mientras continúe el ritmo de lo arrítmico. ¿Me sigues? Es importante desaprender lo aprendido para seguir aprendiendo, aunque sea por momentos sin definición. Es como si voltearas tu ser para dejar de ser tú, siendo el mismo. ¿Locura? No exactamente. En esa forma de gobierno se permite estar locos para ser normales. ¿Me explico?

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MASA, LO OPUESTO A SOCIEDAD

La tecnocracia sincroniza las diacronías. Cualquiera diacronía. Sean políticas y sociales e incluso personales. Quizá es momento de sacar el diccionario y homologar conceptos. Pero mantengamos la mente simple, ¿sí? Y con la mente simple preguntémonos: ¿quién y cómo se sincroniza? ¿qué se sincroniza, y por qué? En este sentido, ¿a qué sociedad o conglomerado social se aplica la sincronización para mantener ese ritmo arrítmico? Las respuestas, dependiendo de las creencias, paradigmas, tradiciones o percepciones, pueden ser variadas. Pero siempre nos dirigirán a un origen: al estructuralismo o tecnocracia que obviamente, como fenómeno político, generan realidades políticas concretas. Nunca abstractas. Es decir, va dirigida a la masa. Nótese que este concepto de “masa” es lo radicalmente opuesto a “sociedad”. ¿Se entiende? Muchos, muchísimos, autores han debatido y reflexionado sobre esto. Todos ellos coinciden en que es una total incongruencia decir “sociedad masificada”. Este concepto no existe. Es imposible que exista en la realidad.

Pero vayamos por partes. Por “sociedad” nos referimos a ese fenómeno sociológico que implica conciencia del nosotros; convivencia en lo social. Relación de unos con los otros. Interacción pura, entre otros muchos elementos. Sin embargo, por “masa” nos referimos a la conciencia solo del Yo; de la persona en beneficio propio, manteniendo el anonimato. El bienestar personal se garantiza por el aislamiento. Nadie se relaciona con alguien. Ambigüedad pura, entre muchos otros aspectos. En la masa hay una desarticulación de la conciencia social. ¿No crees? Recuerda que uno de los aspectos más importantes que originaron al individualismo radical del siglo XIX fue precisamente la cosmovisión de la masa. La sociedad dejó de existir para dar lugar únicamente a la masa.

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En el contexto del siglo XIX existió el liberalismo radical a ultranza, la revolución industrial o producción en serie, la búsqueda del bienestar personal sobre el bien ser, el rompimiento del principio de autoridad, la urbanización y con ésta la creciente inseguridad y violencia social, así como otros muchos fenómenos. La masa adoptó una mentalidad muy individualista ante la extinta sociedad. En consecuencia, dicha sociedad se desarticuló. Y el resultado fue la ruptura de todo lo social. Incluso, hay quienes opinan que seguimos estando rotos en lo social, sin posibilidad alguna de recuperarnos como “sociedad”. ¿Tú qué opinas?

WELL FARE – STATE

Esta Tecnocracia se transformó en el Estado de bienestar. Lo que en aquel entonces se denominó el Well fare-state. Su expresión, representación y objetivo fue buscar el “bienestar”, física y cómodamente, sin esfuerzo alguno. Lo que se tradujo en el fin del individuo, en el fin del “bien ser”. Ahí el objetivo importante es tener, acopiar, amasar material y groseramente lo más que se pueda. Producir, progresar en la cosificación. Y el hecho de que unos amasen mucho o todo, implica imaginariamente que “todos” ha alcanzado dizque el “bienestar social”. Esto siguió y sigue siendo totalmente contradictorio. ¿Recuerdas? La intención es marcar un mismo ritmo en la práctica política. De dar un ritmo a lo arrítmico. Abanderar la involución como herramienta de evolución. Producir nada para presentarlo como algún todo, a manera de mecanismo de generación de riqueza masificada. Y, por lo tanto, ilusoria. Un ejemplo fue la Perestroika. Donde abundó el estructuralismo y la tecnocracia. Con la revolución rusa en el año de 1917 se logró una “igualdad política” aparentada, simplemente ideológica. Se logró un tener materialmente, un todos tenemos todo, por el hecho de que “todo se repartió” en la imaginación. Todo lo del Estado se repartió en y para la masa. Esa tecnocracia soviética se fundó en la readaptación, reestructuración y reforma. Nunca al estilo de la occidentalización, sino como mero espejismo. Fue una mega experiencia que vale la pena recordar.

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EL TRANSFORMACIONISMO

En las próximas publicaciones compartiremos reflexiones adicionales sobre la Tecnocracia, la Modernización y el Funcionalismo político. Todos estos fenómenos vistos como la energía, pues  “la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma”. Por ello también debemos analizar al Transformacionismo en el contexto actual de los regímenes políticos. ¿Por qué? Porque no debemos aceptar la masificación, nunca. El propósito fundamental es la necesaria reivindicación de la sociedad y su inherente conciencia consciente del nosotros, siempre en relación los unos con los otros. Pero de esto comentaremos en otra ocasión.

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