Decisiones de todo tamaño, proyectos, comparaciones, abstracciones, análisis y hasta insanas autocríticas pasan por el filtro del pensar, proceso que pocas veces se voltea a ver para optimizar. 

Pensar expresa la condición humana para aceptar la condición de imperfección y así buscar una evolución en la que quepan razón y emoción con un sentido de propósito. 

Pensar es olvidar el perfeccionismo, asumir los retos con su geometría realista, dejar de gritar y empezar a escuchar y saber que los pensamientos son como rocas: impactan con su fuerza y dirección.

Pensar… ¿con el corazón?

Tan relevante es esto que lo hemos dejado pasar por debajo de las piernas. Hasta hace dos décadas, no existía una disciplina que se ocupara con seriedad científica del pensamiento, lo que evidencia la falta de tino que tenemos para priorizar, a pesar de suponernos maestros en ello. 

O, ¿cuál es ese greater good que se persigue como especie? ¿Hay metas diarias que construyan  el camino en torno a él? ¿Se puede definir con claridad ese “ser feliz” en la experiencia personal para que el pensar pudiera aparecer como funcional y tangible? 

Mauricio Wiesenthal, escritor español, propone pensar con el corazón sin hacer a un lado a la razón. Se trata de encontrar un proceso paralelo de la comprensión en el que el sentimiento forme parte de todo juicio y que enriquezca la reflexión y la lógica cotidianas. 

 Si cuentas con el tiempo suficiente para evaluar tus ideas, valores, proyectos y metas con el derecho a cambiar de rumbo y entender que ahí está expresado tu pensar, verías lo relevante que es detenerse en ese ejercicio. Valor, propósito y significado representan una diferencia en la calidad de resultados para los que se usa el proceso de pensamiento.

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Picos mentales: el proceso natural del pensar

Pensar es un proceso irregular. A veces asombra y luego decepciona. Pero esto confirma el propio ciclo que conforma.

Marcel Proust escribió su novela En busca del tiempo perdido con una prosa más fluida que cualquier otra que le antecediera. Pero esto fue resultado de tachones, adiciones, marcas de correcciones y observaciones que delatan un proceso creativo cíclico. Vivo.

En general, hasta ahora hay un acuerdo entre especialistas en torno a ciertas avenidas que mejoran el proceso del pensar:

Practica el pensamiento crítico: Esto implica analizar información, evaluar argumentos, saber escuchar y emitir juicios fundados. Esto se entrena al cuestionar suposiciones y considerar múltiples perspectivas con una constante evaluación de alternativas.

Sigue aprendiendo: El aprendizaje continuo puede ayudar a ampliar la base de conocimientos y desarrollar nuevas formas de pensar. Leer como disciplina costante, atender cursos y sumar nuevos referentes son la semilla para germinar nuevas fronteras del pensar.

Flexibiliza tu mente: La flexibilidad mental se refiere a la capacidad de adaptar el pensamiento a situaciones cambiantes. Puedes desarrollar esta habilidad exponiéndote a experiencias novedosas, abrirte a la retroalimentación y mantener una conciencia abierta en escenarios complejos para repasarlos posteriormente.

Practica la atención: La atención plena puede ayudar a ser más consciente de tus pensamientos, emociones y conductas. Ayuda también a enfocar la atención y a controlar las distracciones, lo que hace que mejore la capacidad y la calidad del pensamiento.

Utiliza analogías: Las analogías ayudan a simplificar conceptos complejos y a establecer ligas entre ideas aparentemente inconexas. Usar analogías para explicar ideas representa por sí mismo un ejercicio para afilar el ejercicio del pensamiento.

Colabora: La colaboración, por definición, expone a nuevas perspectivas, cuestiona suposiciones y ayuda a aprender de las experiencias y conocimientos ajenos. Generar oportunidades para trabajar con personas con muy diferentes marcos y perspectivas pudiera parecer estúpido. Es al revés.

Toma descansos: Descansar entre jornadas intensivas de trabajo ayuda a recargar la energía mental. Esto hace que con unos cuantos minutos, representen claridad y eficiencia para tomar decisiones y desarrollar tareas.

Como sea, parece que lo más importante que uno puede hacer para mejorar el proceso del pensamiento es comprar un cuaderno y anotar en él las ideas propias. Al plasmar los pensamientos sobre un soporte, existe la posibilidad de volver a ellos más adelante para desarrollarlos, evolucionarlos o desecharlos. En todo caso, el testimonio permitirá su estudio.

Vivimos en piloto automático y creemos que nos gusta, cuando en realidad representa la plataforma sobre de la cual pende todo lo demás. 

Tal vez, si lo que queremos es vivir bien la vida, valga la pena mejorar el pensamiento, empezando por darnos cuenta de que podemos darnos cuenta y, como decía Wiesenthal, pensar con el corazón.

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Contacto:

Eduardo Navarrete es Head of Content en UX Marketing, especialista en estrategias de contenido y fotógrafo de momentos decisivos.

Mail: [email protected]

Instagram: @elnavarrete

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