Uno de los tipos de videojuegos más populares entre el circuito independiente son los llamados “walking simulators”. Este término, que en algunas instancias se usa de forma peyorativa, se refiere a los títulos en los que la mecánica principal es caminar para explorar el mundo, de forma predilectamente lineal, con pocos elementos de reto, y con un fuerte énfasis en la narrativa. Los hay de muchos tipos y estilos, y con objetivos ligeramente variables. Sin embargo, uno de los ejemplos más recientes de este tipo de juegos es Shape of the World (PlayStation 4 / Xbox One / Windows / Nintendo Switch), el primer juego de Hollow Tree Games, un estudio independiente fundado en Vancouver por un veterano de Gears of War. Luego de una exitosa campaña de financiamiento en Kickstarter, el juego estuvo en desarrollo por más de tres años con un modesto equipo por detrás. En Shape of the World, nos encontramos dentro de extraño y pacífico mundo que parece un sueño, en el cual nos movemos en primera persona. El objetivo es avanzar hasta llegar a la cima de una montaña. No se nos dice absolutamente nada al respecto, ni las motivaciones del personaje, ni quiénes somos, ni dónde estamos. De hecho, no sabemos que estamos buscando una montaña. Hay dos elementos que distinguen a este título de similares: no hay narrativa, y el mundo se va generando a nuestro alrededor conforme avanzamos. Estos elementos se enlazan de forma fundamental para dar sentido al juego, ya que normalmente la historia es el punto más fuerte de este tipo de títulos. En Shape of the World comenzamos en un vacío total, del cual poco a poco van apareciendo frente a nosotros elementos del terreno derivados del camino que decidamos tomar. Conforme avanzamos encontraremos distintos ambientes, que van desde una costa, hasta bosques densos, cuevas, montañas y diversos cuerpos de agua, poblados por distintas criaturas. El estilo de este mundo es literalmente onírico; no sólo por su estilo y decisiones estéticas —que incluyen paletas de colores limitadas que a momentos parecen salidas de un juego de Microsoft DOS— sino por el ritmo de la progresión que, similar al de un sueño, en un momento te encuentras en un área determinada, pero al cruzar por una puerta apareces inmediatamente en otro lugar completamente distinto, sin ninguna transición. Precisamente estos portales, que son triángulos blancos esparcidos en el mapa, nos guían para saber hacia dónde dirigirnos. Además de que el mundo se va formando mientras avanzamos, muchas veces las áreas son intrincadas, y sus colores son tan extraños que es necesario detenerse a pensar hacia dónde ir, por lo que estos portales son de mucha utilidad. El nivel de interacción con el mundo es bastante variado. Por un lado, al caminar vamos de determinando cómo se forma el mundo, el cual no es igual cada vez que lo jugamos, gracias a una técnica conocida como procedural generation; además de esto podemos plantar árboles y plantas mientras caminamos, y activar una especie de monolitos para que se transformen en escaleras y puentes que nos ayudarán a llegar a nuestro objetivo. Sin embargo, fuera de esto, nuestra función es de observador; ocasionalmente nos encontraremos con criaturas de ensueño, que más que otra cosa están ahí para poblar el mundo. La principal función de este título es ofrecer un recorrido pacífico, pero psicodélico, que sirva como mera relajación. En palabras de Stu Maxwell, su creador, Shape of the World “está inspirado en las caminatas y paseos en bicicleta por los viejos bosques del Noroeste Pacífico, que son una efectiva forma para eliminar el estrés”. Esta promesa de relajación es muy bien cumplida, ya que su falta de dificultad y mera estimulación sensorial logran ofrecer un rato fuera de la realidad con poco esfuerzo; es una lástima que no sea compatible con el PS VR, u otra plataforma de realidad virtual, porque sería perfecto, de forma similar a Bound (Plastic Studios, PlayStation 4, 2016). Quizá el aspecto que más contribuye a este efecto es el bello soundtrack, que mediante pads de largos acordes cristalinos y sonidos atmosféricos complementa el colorido mundo. En resumen, Shape of the World es un juego sin complejidad ni dificultad, lineal y al grano. Si uno busca profundidad o reto, definitivamente éste no es el juego. Pero los usuarios que quieran una salida fácil e inmediata para la ansiedad, es una gran opción. Aunque puede variar dependiendo del ritmo con el que decidamos explorar, este título es de apeas un par de horas, lo cual es un poco caro para su precio de 15 dólares; la versión que yo probé es la de PlayStation 4, y aunque prácticamente todas las plataformas ofrecen lo mismo, la de Nintendo Switch tiene la opción de portabilidad, lo cual podría convertirlo en una buena herramienta para combatir el estrés en cualquier lugar, siempre y cuando se cuente con unos buenos y envolventes audífonos.

 

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