Por: Oscar Jiménez

Las Startups más exitosas son las que pueden combinar una visión clara y una excelente operación, la mayoría de los fracasos pierden de vista aquello que se aloja en la parte intermedia de estos dos conceptos, eso que en nuestros días es un secreto a voces conocido como Strategic thinking.

La visión es aquello que queremos impactar o cambiar radicalmente a largo plazo,  con perfil idealista conocido como MTP (Massive Transformative Purpose), mientras que la operación por el contrario, refiere a construir el día a día, desarrollar una organización de alto rendimiento que pueda convertir esa visión en una realidad.

Pero entre la visión y la operación existe un gap, las cuatro grandes claves que deben construirse para que una Startup se encamine al éxito:

  1. Un gran producto que resuelve un problema real.
  2. Authority brand, una marca que sobresale en todo sentido y se convierta en la autoridad de su nicho, disparando cualquier métrica versus el promedio del mercado.
  3. Predictable sales machine, permite entender los canales de adquisición, el perfecto engranaje entre atracción y cierre, etc.
  4. High performance, es crear la mejor forma de entendernos, comunicarnos, alineado integralmente hacía los resultados y empodera la cultura.

Pero, en medio de la visión y el día a día está el strategic thinking, la habilidad que otorga el pensamiento crítico para resolver problemas complejos y planear a futuro.

En mayor medida vemos founders con muchísimo foco en el largo plazo y en el día a día, pero no lo suficiente en el mediano plazo, algunos con una gran visión, otros son excelentes para operar y ejecutar,  esto termina matando a muchas startups.

Primordialmente el pensamiento estratégico se basa en ser críticos con uno mismo y la compañía, saber si realmente se está construyendo y posicionando con fuerza, si la respuesta es negativa hay que ser lo suficientemente valientes para tomar decisiones complejas que mejoren el rumbo de la empresa.

Hemos visto muchas startups pivotar a otros modelos, canales, o radicalmente a otro negocio, pero normalmente esa decisión la hacen cuando están cercanos a quedarse sin dinero y apunto de quebrar. Cómo fundador hay que desarrollar y compartir visión, levantar capital, atraer talento, etc, pero la falta de pensamiento estratégico es una debilidad que puede matar a la compañía.

Dicho todo esto, hacernos las siguientes preguntas que nos ayudarán a empezar a desarrollar un pensamiento estratégico y ser críticos con la empresa:

  1. ¿Realmente estamos mejor posicionados que nuestra competencia?
  2. ¿Tenemos una ventaja competitiva clara?
  3. ¿El número de competidores va a incrementar o decrecer en los próximos tres a cinco años?
  4. ¿En qué etapa de maduración está el mercado?
  5. ¿Cómo se comportaran los unit economics en el largo plazo, el margen bajará o incrementará?

No debemos caer en la locura de que la operación nos absorba más del 80% del tiempo, debemos intentar tener un 20% para analizar temas estratégicos potentes, discutir con los equipos, ser críticos, romper hipótesis y cuestionar realmente hacia dónde nos estamos dirigiendo.

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El pensamiento estratégico es en gran medida visualizar el mercado y la competencia, pero no es tratar de replicar lo que hacen o copiar funcionalidades o casos de uso. Es primordial desarrollar un profundo entendimiento de la ventaja y el panorama competitivo, y la posición de la compañía para tomar decisiones transformadoras cuando sea necesario.

Ponernos en paz, pensar y no entrar en rush es uno de los mejores consejos para contemplar variables y situaciones que nos permitirán crear caminos hacia el éxito, recordando que la suposición es la madre de todos los errores.

Contacto:
Oscar Jiménez Rodríguez, es Board Advisor de StartUps, fue Cofundador y CEO de Epiq México, así como Presidente de ThePowerMBA en América Latina, CoHost de Escalables Podcast y Venture Partner de Lotux VC.
Twitter: https://twitter.com/OshcarJR 
LinkedIn: https://www.linkedin.com/in/oscar-jr/

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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