La décima edición del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM) habrá elegido al ganador del Puma de Plata para cuando estas líneas aparezcan publicadas. Fue un buen año para la presencia del cine mexicano en el encuentro cinematográfico y, en general, la sección Ahora México presentó una de sus competencias más sólidas. A continuación unos comentarios respecto de las películas de producción mexicana que logré ver durante el FICUNAM y que, probablemente, estén apareciendo en en los cines del país en los próximos meses (tal vez años, uno nunca sabe). Intenté pero no logré cuadrar alguna función de Territorio, Silencio radio, Fragmentos de la vida de un músico, La sombra del desierto (o el paraíso perdido) o Un sentimiento honesto en el calabozo del olvido, entre un par más que se presentaron. Soy Yo, Charlie Monttana Dir. Ernesto Méndez Sin duda, Charlie Monttana es una de las grandes figuras de la música popular mexicana, su aire de rockero angelino y su actitud desparpajada lo han llevado a mantenerse como ídolo de un segmento del público mexicano que ama la música más rasposa y con sabor de barrio. Soy Yo Charlie Monttana, del cuequero Ernesto Méndez, nos lleva a recorrer varios años en la vida del cantante, la grabación de un disco, su crecimiento como padre y las tribulaciones propias de una estrella del rock. El documental es un retrato honesto sobre su figura, un retrato sin tapujos o falsas posturas. Ahí recae su valía, Monttana con filtro no sería Charlie Monttana y la película es un fiel reflejo de esa postura. Toda la luz que podemos ver Dir. Pablo Escoto El trabajo más reciente del colectivo Ríos de Nueva, del que forma parte el realizador Pablo Escoto, cuenta dos historias de amor, enmarcadas por los volcanes que vigilan el valle de la Ciudad de México y el inminente estallido de la Revolución Mexicana. Toda la luz que podemos ver plantea así una revisión del México de principios del Siglo XX, de los años antes de la Revolución y de la idea de país que se gestaba en ese entonces (sobre todo en la pintura que se realizó unos años antes y el cine que romantizó la lucha intestina revolucionaria). Escoto y su equipo han creado un fractal cinematográfico, donde caben por igual la influencia del cine de Emilio “El Indio” Fernández, la pintura de Saturnino Hernán o la pluma de José Manuel Altamirano. Toda la luz que podemos ver es, ante todo, un lance estilístico, deseoso de romper con cierta inercia presente del cine mexicano, sobre todo el de vena más industrial que vive  temeroso de revisar su pasado y que aprovecha la historia nacional para crear un objeto de consumo más. ColoZio Dir. Artemio Narro Si Escoto propone un viaje para hacer revisar la gestación de cierta idea del país, Artemio Narro sugiere uno para desnudar algunas de nuestras grandes fallas estructurales. ColoZio nos transporta a 1994, unos días antes del asesinato de Luis Donaldo Colosio, quien entonces fungió como la aparente gran esperanza del país. Los protagonistas de la película son un par de adolescentes amantes del ácido y otras drogas duras, quienes viven una epifanía y salen buscando prevenir el funesto destino del candidato presidencial. Al mismo tiempo, no son más que el reflejo de una sociedad en permanente estado de evasión, que busca constantemente chivos expiatorios o grandes figuras políticas en las cuales fincar su esperanza, porque, eventualmente, una de esas va a ser la buena. La paloma y el lobo Dir. Carlos Lenin Muchas producciones mexicanas –sobre todo en el documental– han intentado entender las consecuencias de la guerra contra el narcotráfico en nuestro país, sin embargo pocas han logrado retratar este fenómeno con la íntima belleza de La paloma y el lobo, cinta que destaca por el depurado trabajo detrás de sus desoladoras imágenes. La ópera prima de Carlos Lenin tiene como protagonistas a dos jóvenes que buscan reconstruir su vida lejos del lugar en el que nacieron y del que debieron huir a causa de la violencia, abandonando amigos y familiares en el proceso. Este aislamiento ha provocado que vivan ensimismados, entumecidos ante su entorno, incapaces de amar con la libertad y pasión de otros tiempos. Cargan el peso de ser sobrevivientes, una losa que les impide seguir hacia adelante. Uzi Dir. Pepe Valle En su trabajo más reciente, Valle intenta encontrar los orígenes de la violencia que se vive en el país (de manera figurada, claro). Uziel, “Uzi” para los cuates, es un anciano que cuida unos maltrechos baños públicos, donde los clientes escasean. Su edad le impide encontrar otro empleo, así que decide aceptar el ofrecimiento de un viejo amigo y acepta ejecutar a un acaudalado hombre de negocios. Uzi termina por hacerse amigo de su objetivo, sin embargo, la violencia no se detiene en la agresiva actualidad del país. Días de invierno Dir. Jaiziel Hernández Nestor (César Ramones) piensa todos los días en dejar Saltillo, su ciudad natal, pero algo lo detiene. A veces es el deber que siente para con su madre, después de todo es el único de sus hijos que no cruzó la frontera. Puede que sea su novia, con quien planea tener un futuro más por inercia que por deseo. O su mediocre trabajo como encargado nocturno de un hotel en la ciudad, en el que apenas se asoman un par de clientes. Nestor quiere irse, pero no se decide. La ópera prima del cinefotógrafo Jaiziel Hernández nos transporta al noreste del país (una geografía poco visitada por el cine nacional), a un paisaje de apariencia imperturbable, justo como aparenta ser el protagonista de Días de invierno. Nestor no es sino uno de los miles de jóvenes de su generación decepcionados por su situación (social, financiera, educativa) sin muchas posibilidades a futuro de modificarla. Se escuchan aullidos Dir. Julio Hernández Cordón Ésta es, quizá, la película más libre de Julio Hernández Cordón. El realizador llevaba un par de años buscando fondos para un proyecto enfocado en el tlatoani más famoso de Texcoco, Nezahualcóyotl, no obstante, éste fue rechazado una y otra vez. La situación motivó a Hernández Cordón a tomar su cámara, llamar a varios a amigos y salir a filmar al lugar que lo vio crecer. En la película, una joven (Fabiana Hernández Guinea, hija del cineasta) recorre los lugares que su padre vivió, el espíritu de Nezahualcóyotl, una mujer lobo y el actor Francisco Barreiro (haciendo nueve papeles) la acompañan. Es notorio el espíritu de improvisación en el desarrollo de la película y el oficio del director para hacer de esta colección de viñetas algo más que un curioso rompecabezas. Se escuchan aullidos da la apariencia de ser una película de transición en la filmografía de Hernández Cordón, una que nutrirá algún proyecto a futuro con gracias a su espíritu de experimentación. Sanguinetti Dir. Christian Díaz Pardo La segunda película del realizador Christian Díaz Pardo cuenta la historia de una periodista chilena (Natalia Benvenuto) que viaja a México buscando a su padre (Ernesto Benvenuto), quien la abandonó cuando era apenas una niña a principios de los años 90. Sanguinetti plantea así un thriller político sobre ciertos fantasmas del autoritarismo que todavía recorren América Latina, en este caso el de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. Asimismo, es una reflexión sobre cómo la violencia se infiltra en nuestras vidas, al grado que las personas más cercanas a nosotros podrían participar en ella como si de cualquier otro trabajo de oficina se tratara. Sísifos Dir. Nicolás Gutiérrez Wenhammar & Santiago Mohar Volkow Sísifos retrata la vida al interior de uno de los cientos de anexos de alcohólicos anónimos que existen en Chiapas, al sur de la República Mexicana. Debido al tema, que tiende al Los clichés, “tremendismo“, los directores han buscado un acercamiento más poético al lugar, lejos del documental meramente informativo o de denuncia. Esta búsqueda evita explotar las tragedias de los hombres al interior del lugar y da paso a una reflexión sobre ciertas limitaciones sociales impuestas al género masculino que evitan la comunicación sana de muchos hombres. Mano de obra Dir. David Zonana La ópera prima de Zonana fue una de las películas mexicanas que más ruido causó durante el 2019, ésta retrata la lucha de Francisco (Luis Alberti), un albañil, mientras busca justicia para su hermano, quien falleció en un accidente en la obra donde ambos trabajaban. El universo de la película muestra un mundo ambivalente, donde la moral y lo correcto no necesariamente empatan con las acciones de los personajes, sin importar su estrato social. Uno donde los grupos humanos son frágiles y están a merced de los peores impulsos de la naturaleza humana.  

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