Forbes Con créditos de cuatro dólares, Muhammad Yunus ha contribuido a cambiar la vida de más de 50 millones de personas a través del Grameen Bank, cuyas actividades empezaron en Bangladesh, en 1983. El esquema de microcréditos hizo que este emprendedor social se convirtiera en Premio Nobel de la Paz en 2006. Su esquema ha sido replicado por otros bancos en el mundo, pero hoy Yunus afirma que es momento de darle un giro radical al sistema económico. “Tenemos que encontrar la manera de rediseñar los negocios para que no destruyan, sino que protejan a toda la gente y puedan salvar al planeta. Ésa es la cuestión con la sustentabilidad: no sólo se trata de la sustentabilidad de los negocios. La sustentabilidad real son actividades que crean un mundo seguro en materia ambiental y social”, dice, en entrevista, durante su más reciente visita a México. El banquero afirma que es tiempo de repensar todo el modelo económico, a fin de privilegiar la supervivencia por encima de la generación de riqueza. “El problema que trato de abordar es que el sistema capitalista funciona en términos de ganancias y maximización de capital, y los negocios están dedicados a perseguir estos objetivos. Ese sistema está diseñado de forma errónea; no es seguro para el planeta ni para las personas. Si quieres la sostenibilidad del planeta y la seguridad de las personas, tenemos que rediseñar el sistema, porque hoy el camino va en una sola vía: la autodestrucción”. Para Yunus, el reto es doble. Por un lado, debe promoverse una mayor movilidad social que permita satisfacer necesidades básicas y, por el otro, ir en busca de un sistema en el que el dinero no sea la prioridad. “Toda la riqueza del planeta, todas las estructuras que creamos, están concentradas en unos cuantos [individuos]. Un porcentaje muy pequeño de las personas del planeta concentra 99% de la riqueza. Si esto se pone peor, la tensión que crearemos en la sociedad puede ser tan explosiva que ningún político podría manejarla; puede haber conflictos sociales. Esto es algo similar a una bomba de tiempo, que sólo espera a explotar si no podemos desactivarla”. Te puede interesar: Exclusiva | Muhammad Yunus: Un muro nunca podrá contener la migración Tecnología, milagro y maldición El reloj del medio ambiente está en cuenta regresiva, aun así, el sistema económico explota la naturaleza a un grado preocupante. “Tenemos una ventana de tiempo muy corta, de 20 o 30 años; si no ponemos manos a la obra, lo único que estamos creando es un mundo que se destruye a sí mismo”. Un factor que, dice, abona a la degradación del ambiente y de la sociedad es la tendencia a sustituir la mano de obra por tecnología. “Hemos celebrado que la Inteligencia Artificial sea mejor que la inteligencia humana, lo cual suena muy bien. Sería bueno relajarse y dejar que las máquinas hicieran el trabajo, pero, en la realidad, la tecnología reemplaza personas de una manera masiva”. Yunus calcula que, en los próximos 15 años, se perderán más de 500,000 diferentes profesiones debido al avance tecnológico. “Mi pregunta es: ¿Qué pasa con esas personas que hoy trabajan y perderán sus empleos? ¿Debemos darles comida gratis para que puedan sobrevivir? Eso no dice nada favorable sobre la civilización humana; estaremos regresando a una sociedad de mendigos. La tecnología es una bendición, pero también puede ser una maldición. La tecnología que reemplaza a los humanos de una manera masiva es una maldición”, afirma. La acumulación de riqueza, por otro lado, impide que la tecnología se ponga al servicio de las personas y aligere las cargas de trabajo, pues quienes adquieren esas herramientas prefieren eliminar puestos de trabajo y aumentar las ganancias. Para que puedan aprovecharse los avances tecnológicos en la producción, indica, hay que redistribuir, primero, la riqueza. “No deberíamos conducir la tecnología en una dirección que sea nociva para nosotros. Podemos destruir la civilización, podemos ser tomados por las máquinas”. Yunus explica que el riesgo es alto en países desarrollados, donde la economía está cimentada en la industrialización, como Italia o España, donde las tasas de desempleo juvenil andan entre 40 y 50%. Los países ricos, responsables de la migración Para Yunus, hay una relación estrecha entre el aumento de los flujos migratorios y la distribución de la riqueza: lo que se denomina crisis migratoria o de refugiados se relaciona con la búsqueda de oportunidades, expresa. “Cuando pensamos que 99% de la riqueza está en un porcentaje muy pequeño de la población, la siguiente pregunta es: ¿Dónde está ese 99%? ¿Dónde vive? ¿En qué países? Quizá viven en media docena de naciones alrededor del mundo. El epicentro de la riqueza en el mundo entero es esta media docena de países; todo está pasando justo ahí: la gente siempre sigue al dinero”. La concentración de los medios de producción hace que las personas de los pueblos no encuentren trabajo y, conforme se desplazan a ciudades más grandes, aspiran a llegar a las urbes con las mejores condiciones laborales. “La gente deja sus pueblos porque no hay trabajo; buscan otra oportunidad en una ciudad cercana. Pero todavía hay otra ciudad más grande, o la capital de su país, donde hay más oportunidades y, entonces, un día descubren que la capital del país no lo tiene todo y empiezan a pensar en ciudades más grandes, en países más ricos. Todos están siguiendo ese camino. Desde que el ser humano está en este planeta, persigue las oportunidades; es un movimiento natural”. La solución, entonces, está en un modelo de generación de riqueza que distribuya de manera horizontal el desarrollo, afirma Yunus. “Tenemos que ser lo suficientemente pacientes para organizarnos juntos y encontrar soluciones colectivas a los problemas en el futuro inmediato. Pero, para solucionar el problema de fondo, debemos rediseñar el sistema completo. Si lo logramos, podemos enfatizar que la capacidad creativa de los humanos es enorme, nada es imposible de solucionar con esa capacidad creativa. Desde que vivimos en este planeta hemos superado un reto imposible tras otro. Tenemos que hacerlo rápidamente, porque no tenemos mucho tiempo”, añade.

 

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