Es un hecho: por más que sepamos, no podemos abarcarlo todo. La sabiduría Socrática ya nos advertía la sentencia que repetíamos antes de presentar un examen: Yo sólo sé que no sé nada. Así que, en muchas ocasiones más que tratar de abarcar todo —porque ya sabemos que el que mucho abarca, poco aprieta— lo mejor es hacernos de un buen asesor que nos pueda indicar cuál es el mejor camino que debemos recorrer.

El problema es que en términos de asesorías pareciera que caminamos por terrenos pantanosos. Es frecuente que nos cueste trabajo tomar la decisión de contratar a alguien para que nos sirva de guía en temas en los que no somos expertos. Se siente una especie de vulnerabilidad sin darnos cuenta de que es mejor confiar en una mano técnica y especialista ajena que en la propia que podría cometer un error grave. 

Lo primero que debemos de reconocer es que un rasgo de identidad del buen líder es reconocer que es imposible saber todo de todo. Al salvar ese escollo, podemos hacernos cargo de buscar una buena asesoría que apuntale nuestra toma de decisiones es crucial en el ejercicio del liderazgo. Lo cierto es que, en muchas ocasiones, se nos obnubila la razón y no tenemos la altura de miras para asumir que hay áreas de conocimiento que no dominamos, que no nos gustan o que ignoramos por completo. Queremos ser la persona orquesta en nuestros proyectos, en nuestros emprendimientos y en nuestra vida. Solemos decir que, si no hacemos nosotros las cosas, no salen bien. Nos llenamos de actividades que ni son de nuestra área de conocimiento, que no nos gustan y que no sabemos hacer con excelencia. Por supuesto, si queremos tener todo el control en el puño, limitamos la acción y muchas veces terminamos como el mal malabarista al que se le rompieron todos los platos.

Es verdad, elegir un buen asesor es difícil. En especial, la cosa se complica cuando no le hemos hecho con anterioridad. ¿Dónde se encuentra a esa persona que necesitamos para que nos amplie la visión y nos dé una opinión experta sobre algo que desconocemos?

Lo primero que hay que hacer es determinar cuáles son los puntos ciegos que tenemos, aquellos espacios que no alcanzamos a ver y pedir ayuda. Un asesor es aquella persona o grupo que dará un punto de vista objetivo, propio y que no siempre dirá lo que se espera que diga. Es aquel que es capaz de ver algo donde nosotros sólo vemos un hueco vacío o que es capaz de darnos una perspectiva distinta y a veces contraria a la que nosotros tenemos.

¿Ya nos tienes en Facebook? Danos like y recibe la mejor información

Un asesor que a todo dice que sí, que no cuestiona nada, que siempre está de acuerdo con nosotros no es lo que se está buscando. Una persona que tiene miedo de expresar su opinión no será jamás un buen consejero. 

Los cuentos de hadas están llenos de enseñanzas que no siempre son sólo para los niños. El cuento de Hans Christian Andersen, El traje nuevo del emperador, es el mejor ejemplo de lo que sucede cuando un grupo de asesores tienen miedo de expresar sus pensamientos: mandan a su rey desnudo a desfilar por las calles. A nadie nos gusta pasar una vergüenza en público. 

Tampoco es un buen asesor el que nos lleva la contraria todo el tiempo, el que llega a criticar todo lo que está hecho y sólo eleva el dedo juzgón, arruga la nariz y se sienta a reprochar y amonestar sin dar propuestas. 

Insisto en que encontrar un buen asesor es difícil, pero tampoco se trata de imaginar que somos Diógenes de Sinope quien se hizo famoso por el hecho de buscar por las plazas de Atenas a plena luz del día portando una lámpara de aceite de oliva mientras decía que buscaba un hombre sabio, dejando ver cuán difícil era encontrarlo. No, no es para tanto. Hay que saber dónde y cómo buscar para encontrar. 

Por eso, hay que elegir de entre los buenos a los mejores y evitar cometer los típicos errores que echan a perder la relación entre el asesor y el asesorado.    Un mal asesor tiene características específicas:

A todo dice que sí y siempre está de acuerdo con todo.

Hacen definiciones muy pobres del problema, no van a la profundidad de las situaciones. Se quedan en la superficie, contemplando los síntomas sin llegar a definir el problema.

Traspasan las fronteras. Un asesor debe entender cuál es su lugar. No es un amigo —aunque lo sea, en ese momento ése no es su rol—, no es una relación de parientes ni fraternal, es alguien a quien se le paga por emitir una opinión. En empresas familiares, es muy frecuente que los asesores sean integrantes de la familia y confunden los papeles que deben desempeñar. Pero, en su función de asesor y en aras de la objetividad ha de ser clara.

Alguien que se mete en áreas que no son de su competencia.

Ne generan alternativas.

No escuchan activamente.

No ponen atención, están muy ocupados para darnos tiempo en presencia plena.

De este tipo de asesores hay que huir lo más rápido posible.

Pero, un mal asesorado también tiene peculiaridades específicas:

Creer que uno tiene todas las respuestas. Si en verdad las tuviéramos, ¿para qué querríamos un asesor?

Ser tacaños y no pagar el importe de una buena asesoría porque un buen consejo a tiempo nos puede evitar muchos dolores de cabeza y nos ahorra dinero, disgustos y mortificaciones.

Asumir que los consejos son de tipo personal y no profesional.

Desestimar una perspectiva cuando es algo totalmente distinto a lo que esperábamos escuchar.

Desatender lo que nos dice el asesor.

Un asesor debe ser contratado para ampliar nuestra perspectiva, para darnos mejores marcos de referencia, para darnos guía que nos impulse al progreso, para generar ideas alternativas o sustitutas. Insisto, buscar un asesor no es una tarea fácil. Por eso, hay que hacer una búsqueda extensa y exhaustiva, tener segundas opiniones para dar con la alternativa ideal. Se busca a alguien que trabaje hombro con hombro, a nuestro lado y con independencia y objetividad. 

Pero, el máximo error que no debes tener con un asesor es no tenerle confianza. Si esta persona no sabe ganársela, no hay duda, no deberá de ser tu asesor.

Suscríbete a Forbes México

Contacto:

Correo[email protected]

Twitter: @CecyDuranMena

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

Anarquía inmanente
Por

El poeta V.B. Yeats captó un poderoso estado de ánimo: “Las cosas se fragmentan; el centro no sujeta; La pura anarquía r...