Este texto fue originalmente publicado el 12 octubre de 2018 En el campus de la École Polytechnique Fédérale de Lausanne (Suiza), hay varias escuelas de educación superior. Sus pasillos están ataviados con relojes de pared provistos por Rolex, el ambiente es frío y los salones tienen mobiliario ergonómico para tolerar bien la jornada. Contrario a lo que ocurre en países en desarrollo, las compañías de lujo participan como patrocinadores en universidades y centros de investigación. La ciudad de Lausana alberga al Comité Olímpico Internacional y es una de las urbes culturalmente más activas de Suiza. A la vez, ha sido catalogada como una de las más caras para vivir. Tiene apenas 120,000 habitantes y una vasta oferta universitaria. Quizá por eso, la organización de apoyo al emprendimiento Seedstars la eligió como una de sus principales sedes en el mundo. Como parte de sus labores, la organización realiza cada año Seedstars Summit, una reunión de dos días que convoca a 65 emprendedores, seleccionados entre 6,000 empresas que forman parte de sus programas globales. La idea es conectarlos con inversionistas para mostrarles sus proyectos. En el peor de los casos, no reciben fondeo, pero sí una retroalimentación de primer nivel. La reunión otorga una serie de reconocimientos a las empresas más innovadoras en terrenos como fintech o energía, así como a las dedicadas a la educación o a las comandadas por mujeres. También hay un premio estelar: un fondeo de 500,000 dólares para la compañía que los inversionistas consideran como la de mayor impacto. En un café con ambiente universitario, tras terminar una ronda de pitch ante inversionistas, se encuentran empresarios jóvenes del Congo, Argentina, Tailandia, México, Rusia y otro puñado de países. Quizá todos hacen circular la misma bandeja de bocadillos veganos y brindan con la misma cerveza, pero en materia de emprendimiento, no todos hablan el mismo idioma. Emprender por necesidad, no por moda A 6,000 kilómetros de Lausana, en Ghana, nació Francis A. Obirikorang. Su abuelo era granjero y la raíz de su negocio, Agrocenta, se encuentra en las muchas veces que vio cómo su familia desplazaba su producción de maíz y vegetales frescos de las granjas a los mercados sin lograr una venta que compensara los costos de producción. “Ésta es una historia común entre los productores agrícolas de Ghana. Y no tendría que pasar, pues hay muchas cadenas de comercios en África y Europa que desean comprar estos productos; pero los granjeros no tienen acceso a ellos. Es un problema de comunicación”, dice Obirikorang. Agrocenta es una plataforma que conecta a los productores con las tiendas y les ayuda a trazar un esquema de transporte para las mercancías. Obirikorang la creó porque su familia se esmeró en darle una educación superior en tecnología. Él respondió a estos esfuerzos creando una forma de beneficiar a los productores, quienes sufren por malbaratar las cosechas cuando no encuentran un comprador cercano. Hoy, Agrocenta trabaja con 15 comunidades en cuatro regiones de Ghana, las cuales son atendidas por 30 agentes. La plataforma ha registrado a más de 12,000 granjeros y ayudado a distribuir más de media tonelada de producción de semillas y vegetales frescos. La ganancia para la compañía proviene de una comisión que se le cobra al comprador. “Hay mucha dispersión geográfica; es difícil que las cadenas de tiendas sepan dónde están los productores. Hay que desplazarse, conocerlos, ayudarlos a que aprendan a usar la plataforma, hacer que tengan acceso a internet”, añade Obirikorang.

Seedstars Summit ayuda a que 65 emprendedores muestren sus proyectos a inversionistas, quienes les dan fondeo o una buena retroalimentación. Foto: Laure Noverraz/Seedstars.

Él fue el ganador del reconocimiento de Seedstars a la empresa de mayor impacto. Tras días de compartir su historia con inversionistas y otras startups, regresó a Ghana con una inversión de 500,000 dólares. “Es necesario que exista este tipo de empresas [de corte social]. La ventaja de contar con personas creativas al frente es que también necesitamos comer y ganar dinero. El dinero no es el objetivo, sino atacar lo que amenaza la viabilidad del mundo o apoyar el combate a males como la pobreza”, dice el emprendedor africano. Sustentabilidad, ¿la nueva riqueza? Gwendolyn Regina fue una de las inversionistas que evaluó los pitches en el encuentro de Lausana. Es una empresaria afincada en Singapur; ha ayudado a expandir media docena de startups relacionadas con e-commerce, software y contenido comercial. Es una reconocida inversionista de proyectos en etapas tempranas y considera que Agrocenta fue la favorita entre los inversionistas del panel porque se enfoca en un problema básico. “Los inversionistas no pueden ser vistos como ‘aliados para salvar el mundo’, porque el principal motivador para poner dinero en un proyecto es recuperarlo… con una ganancia. Creo que es una cuestión de empatar intereses. Mucha gente está dispuesta a poner su dinero sólo en empresas que hagan algo bueno por el planeta, y cada vez vemos más empresas encaminadas a ser sustentables. La sustentabilidad y la rentabilidad no deben estar peleadas”, dice Regina. La inversionista explica que hay un fenómeno que recorre el mundo en materia de startups. “En los países emergentes vemos, por parte de los emprendedores, un apetito enorme por encontrar fondeo, pero [sólo] nos presentan proyectos que buscan una ganancia masiva a través de una app. Existe la creencia de que es indispensable generar el ‘próximo unicornio’. Los inversionistas no vamos por ahí, persiguiendo unicornios: entre más real sea el problema que ataque la empresa, más atractiva será para los inversionistas. De ahí que toda la industria médica y la de alimentos tengan tanto potencial”. En ello coincide Mauricio Giordano, director general de Natixis Investment Managers (Natixis IM). La más reciente encuesta de ahorro entre jóvenes aplicada por esta firma arroja que siete de cada 10 de los miembros de la generación millennial prefieren que sus inversiones recaigan en compañías que ayudan al planeta. En el argot financiero, el concepto “inversión ESG” hace referencia a la inversión en empresas cuya estrategia tiene un impacto ambiental, social y de gobernabilidad. “Es normal que estemos en un auge de apps tecnológicas, pues, en un sentido estricto, para crear una, sólo es necesario tener una buena idea y un programador que pueda desarrollarla. Es más fácil desarrollar una app que ir a producir un vegetal al campo. Pero los inversionistas nos enfrentamos, cada vez más, al hecho de que las apps no generan una ganancia, o bien, la prometen en un horizonte de tiempo que resulta imposible de aguardar”, explica Regina. América latina, en el punto medio El principal reto de los emprendedores es el dinero, así que, con eso en mente, Gustavo Ananía y Felipe Zanberk fundaron Red Capital, en Colombia. Su empresa fue otra de las que perseguían un espacio en los portafolios de los inversionistas en Seedstar Summit. Su modelo es una financiera que presta a una tasa preferente a empresas que tienen más de un año de operación y pueden demostrar su flujo a través de su historial fiscal y los pagos a la seguridad social. “La lección más valiosa de venir a este tipo de eventos es que los emprendedores damos por hecho que los inversionistas globales conocen nuestros mercados y pueden tener una idea; pero lo cierto es que no sólo debes hablar de tu proyecto, [también] debes dejarles claro dónde está el potencial”, dice Ananía. Forbes Te puede interesar: Seedstars World: la iniciativa que llegó a República Dominicana

Agrocenta conecta a los productores con las tiendas y les ayuda a trazar un esquema de transporte para las mercancías. Foto: Daniel Mitchell/Seedstars.

Netbits es una empresa que funciona a través de internet y con un software a medida, y que en Bolivia también es conocida como tugerente.com. Javier Román explica que su empresa pone orden en las finanzas de las empresas medianas, esclarece las cifras en cuanto a manejo de clientes y permite que el Big Data sea interpretado para desarrollar un software a la medida de las necesidades de sus clientes. “Crear una empresa enfocada en tecnología puede parecer más barato, de entrada; pero la complejidad de mantenerla empieza a crecer cuando comienzas a ganar masa”, afirma Román. “Llegar a la rentabilidad es más difícil que para aquellos que venden algo físicamente tangible; pero los inversionistas también están pensando en el valor agregado: es ahí donde tenemos algo que ofrecer”, afirma. América Latina es una de las regiones más prolíficas en materia de emprendimiento. El último reporte de Cepal al respecto, indica que existen startups creándose y creciendo en la región, y que la industria de capital de riesgo en la zona se encuentra en expansión; de hecho, ha doblado su tamaño, en términos de inversiones, entre los años 2011 y 2015. “Hoy sabemos que Chile, según datos de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), cuenta con un unicornio, cuatro centauros, y 31 little ponies. México, por su parte, tiene un centauro y 26 little ponies, según datos de la Asociación Mexicana de Capital Privado (Amexcap). Estas cifras son comparables con las de economías como la de Singapur, cuyo universo es de aproximadamente 1,000 startups, dos unicornios, 12 centauros y 27 little ponies (Corfo, 2015)”; esto lo señala el reporte “Startup América Latina: Construyendo un futuro innovador”. Los unicornios suelen ser de naturaleza tecnológica y su valuación ronda los 1,000 millones de dólares (mdd). Los centauros superan los 100 mdd y el término ponie es para las compañías de entre 10 y 100 mdd, según la definición del Chartered Financial Analyst Institute (CFA). El futuro del emprendimiento Sarbjit Nahal, estratega de capital de Bank of America Merrill Lynch, está a cargo de las inversiones temáticas de largo plazo de la firma. El ejecutivo explica que el banco ha dividido los proyectos en los que se invierte de manera temprana en tres categorías: primera, los que tienen un impacto en el ambiente; luego, los que cuentan con un alto componente de innovación y, finalmente, aquellos que trabajan en pro de una mejor calidad de vida, como es el caso de los servicios médicos, la seguridad alimentaria y la educación. “Los mercados están cambiando. Los principales consumidores del futuro no serán los países que hoy concentran más riqueza, sino aquellos que tienen la población más joven. Pero es importante que esos niños y jóvenes tengan mejores condiciones de desarrollo en el futuro: se estima que hay una oportunidad de 56 billones de dólares para aquellas empresas que mejoren servicios básicos, como el acceso a servicios financieros o servicios de salud”, señala Nahal. De acuerdo con el Bank of America, los principales mercados del futuro son India, China, la Unión Europea y Estados Unidos. Sin embargo, para que las industrias florezcan de manera sana, es necesario que se reduzca la desigualdad. “Tener empresas más inteligentes y que piensen de manera sustentable en crear beneficios para todos hará que, en el futuro, generar riqueza sea sencillo y más equitativo”, añade Nahal. Al cierre de la cumbre Seedstars, Pierre-Alain Masson, cofundador del organismo, explicó que las compañías que tienen un mayor impacto no necesariamente son las que están en industrias tradicionales o las que están inmersas en tecnología y datos, sino aquellas que utilizan la tecnología para crear disrupciones y hacer más eficientes a las compañías que solucionan algunas necesidades básicas. “Es importante que los inversionistas sepan que el talento está en todas partes. Los emprendedores y startups en los mercados emergentes están buscando resolver retos sociales en sus países, desde agricultura, hasta finanzas, educación básica, servicios médicos, energía… Hay una tremenda oportunidad, y la ventaja es sólo para aquellos que pueden contabilizar su progreso de manera material”, dice Masson.

Definiciones de CFA

Unicornio: Es una empresa, generalmente de naturaleza tecnológica, cuya valuación es equiparable o superior a 1,000 mdd. Centauro: Se trata de un emprendimiento de más de 100 mdd. Ponie: Término aplicable a las compañías de entre 10 y 100 mdd.

 

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