Eran aproximadamente las cuatro de la tarde, lo tengo claro porque regresábamos de comer y el salón de conferencias se estaba llenando de nuevo. Algunos de los asistentes a aquel ciclo de conferencias eran profesionales de las inversiones, otros eran inversores en formación y varios más éramos estudiantes que deseábamos aprender de viva voz de los experimentados conferencistas.

El expositor en turno se levantó con andar pausado sobre el estrado, tomó el micrófono y clavó su mirada en la primera fila donde yo estaba, repasó uno a uno a los que estábamos sentados ahí y disparó sin piedad una frase que desde hace poco más de 20 años me marcó:

“Si su dinero invertido les paga menos que la inflación, mejor gástenselo”.

La pausa que hizo después me dejó un vacío que no alcanzaba a llenar con los escasos argumentos que un estudiante de economía podía tener a los 19 años. Tenía poco tiempo que había abierto mi primera cuenta de banco en la que contraté un pagaré a 28 días. Me sentía un hombre de mundo recibiendo algunos pesos de rendimiento con el dinero que había ahorrado de mi sueldo en un videoclub.

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Mi escasa experiencia invirtiendo me dejaba en la misma situación que hoy atraviesan una gran cantidad de mexicanos estancados en activos de inversión que sufren el efecto de las tasas reales negativas. Una tasa real es el diferencial que existe entre la inflación y el rendimiento del instrumento de inversión. Pueden existir tasas reales positivas o negativas.

Desde el inicio de la pandemia, el mundo entero sufrió un proceso drástico en la política monetaria como resultado de que los bancos centrales hayan disminuido en un periodo muy corto sus tasas de interés a niveles mínimos históricos. En nuestro país, la tasa de interés que el Banco de México tenía como referencia en su bono de corto plazo (CETE a 28 días) en junio de 2019 se situaba en 8.25%, pero para marzo de 2021 la tasa ya había bajado por un tobogán a 4%. Justamente en junio de 2019, la inflación anualizada era de 3.33%, es decir la tasa real era positiva. El diferencial era música para los oídos de los inversionistas: 4.92. Pero eso cambió de forma drástica.

Existen algunos factores que han provocado que la inflación en el mundo tenga un incremento importante en los meses recientes: el fuerte crecimiento de la economía es el que más influye en que el precio de las materias primas, los energéticos y el transporte trasladen hacia el consumidor un incremento en los precios. El debate se sitúa en saber si este fenómeno inflacionario durará algunos meses o se extenderá un largo periodo. Mientras tanto, el inversor se enfrenta a tasas de interés bajas y una inflación alta. Los productos bancarios, como los pagarés, no resuelven el dilema de tener una tasa real positiva. ¿Qué se puede hacer en este contexto?

El mercado de valores ha aparecido como un salvavidas del poder adquisitivo de los inversionistas. Durante los últimos meses, casi sin excepción, todos los índices bursátiles en el mundo han tocado una y otra vez sus máximos históricos. Los inversores en renta variable (acciones) han tenido muy buenos retornos, por ejemplo, el índice norteamericano S&P500 concluyó agosto con un rendimiento efectivo de 2.9%, en el año acumula una ganancia hasta el último día del mismo mes de 20.4% y, de forma consecutiva los últimos 7 meses, ha mantenido una racha positiva.

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Hace sentido diversificarse en un entorno donde los pronósticos de inflación en México se sitúan en 6%, donde la tasa objetivo de Banco de México actualmente está en 4.50% y muy probablemente concluirá el año en 5%, es decir que la tasa de interés de los inversores en bonos gubernamentales y bancarios será una tasa real negativa.

Diversificarse siempre ha sido la respuesta para obtener retornos competitivos y en este entorno es prioritario para el inversionista ejecutar una diversificación con base en sus objetivos. Existe un amplio abanico de activos donde el inversor puede repartir su patrimonio tomando en cuenta su perfil, esto lo puede hacer a través de un intermediario en el mercado de valores (casas de bolsa u operadoras de fondos de inversión) que le ayude a diseñar un portafolio acorde a sus necesidades.

Ha pasado mucho tiempo desde que asistí a esa conferencia, pero recuerdo que al concluir la charla me acerqué al expositor para plantearle el caso de mi inversión en un instrumento bancario tradicional, a lo que respondió tomándome del brazo:

“No es para tanto, lo importante no es en dónde estás invirtiendo actualmente, lo verdaderamente importante es que ya entendiste en dónde no debes de seguir invirtiendo”.

Edgar Arenas Sánchez es economista, gerente comercial en una casa de bolsa en México, profesor de economía bursátil en la UNAM, blogger de Rankia México y autor del libro “Invirtiendo y entendiendo”, reconocido por la Universidad Anáhuac, universidad de Cantabria y Santander Financial Institute como mejor asesor de inversiones 2020.

Twitter: @garoarenas

LinkedIn: Edgar Arenas

Email: [email protected]

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