Los nuevos ambientes de los negocios han puesto nuevos criterios para definir el éxito de una empresa. Las empresas exitosas de hoy son aquellas que han logrado alinear los valores de la empresa con los valores personales de los trabajadores y que además han logrado desarrollar estrategias para fortalecer el propósito de vida de cada persona que forma parte de la organización. 

El talento de las nuevas generaciones que se integran a las empresas hoy, además de buscar mejores espacios laborales (en términos de flexibilidad, bienestar laboral y un equilibrio entre la vida y el trabajo) quieren hacer un trabajo que contribuya a la sociedad, con una empresa cuyos valores compartan, donde sus acciones cuenten y sus opiniones importen. Buscan empresas en donde puedan hacer un impacto positivo.

Es así como la responsabilidad social cobra un nuevo valor, más allá de los distintivos. Con un enfoque hacia el desarrollo sostenible e inclusivo, hoy el ADN de las empresas debe poner al centro al ser humano, abrazando causas justas y urgentes de atender como el respeto y la garantía de los derechos humanos, el combate a la pobreza, la mitigación del hambre, la promoción de la salud, el acceso a la educación, el fortalecimiento de la dignidad humana, la eliminación de la discriminación y de la violencia y la igualdad de oportunidades.

Una empresa socialmente responsable establece como principales estándares en su cultura organizacional la ética, la moral, los valores y todo aquello que fortalece sus principios rectores.

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Este compromiso debe ser consciente e integrar al personal, accionistas, proveedores, clientes y comunidad de forma congruente y constante. 

La nueva cultura organizacional con un enfoque en la responsabilidad social integra en su estrategia de negocios de manera voluntaria, políticas y procedimientos basadas en intereses sociales, laborales, medioambientales y de respeto a los derechos humanos que surgen de la relación y el diálogo transparente con sus grupos de interés. Esto le permite hacerse responsable de las consecuencias y los impactos que se derivan de sus actividades.

En ese contexto, los estándares internacionales como ISO 26000, el Pacto Mundial o los Objetivos de Desarrollo Sostenible constituyen el marco de cumplimiento que permite formalizar los esfuerzos de las empresas alrededor del mundo para generar un impacto más favorable en un entorno cada vez más desafiante.

Desde los foros globales se han generado iniciativas internacionales para sensibilizar y llamar a la acción a gobiernos, empresas y sociedad en temas de responsabilidad para ayudar a asegurar el bienestar organizacional. La clave para el fortalecimiento de este nuevo ADN en las empresas es el involucramiento y la congruencia, que permiten la actuación certera para la disminución de riesgos e impactos negativos hacia la comunidad.

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