La situación económica que vivimos en estos momentos es bastante compleja. 

Mientras nos recuperábamos de una crisis que pasará a la historia como una de las crisis más duras entre las vividas, las previsiones económicas que manejan los distintos organismos para los próximos meses nos dicen que esta historia, lejos de acabar, pretende continuar los próximos meses. En otras palabras, los problemas que atraviesan las economías, que no han dejado de encontrar escollos en esa recuperación que venimos desarrollando, pretenden poner en apuros a muchos países; y hay que decir que, ante este nuevo contexto, ya hay quien habla de una próxima recesión económica.

Si analizamos la evolución del crecimiento de estas economías, lo que vemos preocupa por el hecho de que vemos precisamente eso, es decir, que se avecina otra situación complicada para las distintas economías a lo ancho y largo de nuestro planeta. 

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Los crecimientos, que eran muy pronunciados con la reactivación de la economía, y que esperaban serlo más con el paso de los meses, han comenzado a apagarse contra todo pronóstico. La desaceleración económica, teniendo en cuenta las previsiones de las que hablaba, es un hecho para muchas economías. Y esto mismo es lo que comparten las distintas casas de research, entre las que podríamos destacar a BBVA, las cuales señalan que el planeta entero, o lo que es lo mismo, la economía mundial se enfrenta a un “enfriamiento” que podría anular la recuperación, condenando a estas economías, como decíamos anteriormente, a una recesión económica.

Con este tipo de afirmaciones, muchos ciudadanos se han echado las manos a la cabeza. Teniendo en cuenta que estamos inmersos en una crisis, y que nos estamos recuperando de lo sucedido estos años atrás, que los pronósticos hablen de una recesión debería, como poco, preocuparnos. Sin embargo, en este artículo vamos a ver las causas de esta recesión de la que hablamos, así como otros datos que nos permiten, en cierta forma, ser optimistas.

Como bien sabemos, el duro shock de oferta al que tuvimos que enfrentarnos, teniendo en cuenta la fortaleza de la demanda, nos llevó a una situación en la que la inflación despertó, y lo hizo con una fuerza que no veíamos desde hace ya varias décadas. Con cifras de inflación que alcanzaban los dos dígitos, los bancos centrales se vieron en la obligación de revisar sus políticas en materia de política monetaria, así como de iniciar una retirada masiva de estímulos y una subida de tipos que permitiera contener la escalada que vivían los precios. En otras palabras, inició lo que los economistas llaman “un endurecimiento de la política monetaria”.

Sin embargo, y como también sabemos, las medidas aplicadas para contener la inflación, o lo que es lo mismo, esta subida de tipos, entre otras acciones, atacan al crecimiento económico en tanto en cuanto son efectivas para contener la inflación. Técnicamente y dicho de otra manera, el endurecimiento de la política monetaria del que hablábamos la pasada semana desplaza la curva de oferta monetaria a la izquierda, elevando los tipos de interés del mercado y por tanto desincentivando la inversión y el consumo.

En resumen y para que nos entendamos, contener la inflación solo era posible si antes frenábamos el crecimiento económico. Pues, de seguir con los estímulos y de seguir alimentando la demanda, en un escenario en el que la oferta sigue siendo muy limitada, la inflación, lejos de remitir, continuaría creciendo.

Por esta razón, podemos decir que se avecina una recesión económica, pero ello es así por el hecho de que uno de los objetivos de los bancos centrales es velar por la estabilidad de precios, y ante una inflación tan elevada como la registrada, mantener la estabilidad de precios nos lleva, necesariamente, a una recesión económica por las medidas que deben aplicarse para contener esa situación.

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Además, en todo momento estoy hablando de una recesión, pero no de una crisis. En otras palabras, debemos entender y conocer las diferencias entre una recesión económica y una crisis, pues no son lo mismo. Mientras que una recesión se produce cuando la economía, durante dos trimestres, decrece, la crisis requiere de un decrecimiento más extendido en el tiempo. Teniendo en cuenta todo lo comentado en este artículo, todavía es muy pronto para hablar de crisis. Pues, de ser efectivas las medidas y de remitir la inflación, la economía podría volver a la senda del crecimiento el próximo ejercicio, o incluso antes.

En definitiva, cierro con algunas conclusiones, a mi juicio, clave para entender la situación. En primer lugar, lo primero que debemos saber es que se avecina una recesión económica, que no una crisis. Por otro lado y como hemos comentado, esto así debido a que frenar la inflación solo era posible si frenábamos el crecimiento, por lo que está justificada. Y, por último, de ser efectivas las medidas y de remitir la inflación, la recesión podría ser muy leve, volviendo rápidamente a esa senda de crecimiento en la que precisamos estar para salir del atolladero en el que nos encontramos.

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