Por: Orlando Mejía*

El entorno laboral evoluciona conforme nuevas generaciones se integran a él. Y es que en lo que respecta a las prioridades al momento de decidir colaborar en una organización, para los jóvenes trabajadores siguen siendo importantes el salario, los beneficios y el reconocimiento, pero también lo es tener un mejor equilibrio entre su vida personal y profesional, así como formar parte de una empresa que privilegie la equidad, la ética y la responsabilidad social. 

En los últimos años, las organizaciones han estado integrando esta visión a fin de ofrecer a su talento el bienestar al que aspiran –físico, mental y financiero–, y lograr un mejor desempeño individual y organizacional, así como promover un mayor sentido de pertenencia. 

En una reciente encuesta sobre capital humano, el 80% de los participantes consideró al bienestar como una prioridad importante o muy importante para el éxito de su empresa. De hecho, se prevé que el mercado mundial del bienestar corporativo crezca de manera acelerada: de $53,600 millones de dólares (mdd) en 2018 a $90,700 mdd en el 2026.

Existen buenas razones para invertir en este rubro, pues se considera que promueve mejoras en la experiencia de la fuerza laboral, la reputación en el mercado, la experiencia del cliente, las finanzas, la innovación y la adaptabilidad. 

En la práctica, las estrategias de bienestar que se están implementando, según la encuesta citada, se enfocan principalmente en la salud física, mental y financiera de los empleados (34%), gestionar su seguridad ocupacional (15%), e integrar el bienestar en el diseño del trabajo (21%).

En esta última área se realizan ajustes en cómo, dónde, cuándo se hace el trabajo y por quién. Esto es, el trabajo se estructura de tal forma que el desempeño no depende de una sola persona, lo que permite que otros colegas y líderes también puedan realizarlo. 

Lo anterior podría dar a los empleados mayor control sobre el tiempo y lugar en el que laboran, para que puedan trabajar donde se sientan más productivos. Asimismo, se les da acceso a recursos humanos o materiales adicionales en condiciones en las que haya más factores estresantes, sean físicos o mentales, que pudieran comprometer su rendimiento individual o el de su equipo. 

Por otro lado, se ofrece a los colaboradores más autonomía en cómo realizan su trabajo, el uso de tecnología para promover la conectividad y la colaboración, horarios flexibles y opciones de trabajar remotamente, entre otras tácticas. 

Para agilizar este proceso, se sugiere iniciar con un grupo que tenga una mayor capacidad de influir en el diseño del trabajo y cuyos resultados puedan utilizarse como referencia para el resto. Es importante también entender las necesidades de bienestar de la fuerza de trabajo, comenzando por los datos organizacionales y de recursos humanos que tienen a su disposición. 

Finalmente, es esencial implementar procesos para involucrar a los empleados en las discusiones, reconociendo que cuantos más individuos participan en el proceso, mayores serán las posibilidades de que los cambios tengan un impacto posible y de más largo plazo. 

La incorporación del bienestar en la nueva era del trabajo es una iniciativa que puede generar beneficios inmediatos en la productividad, desarrollar mayor resiliencia entre los colaboradores y elevar el desempeño organizacional. Asimismo, crea el entorno propicio para lograr el equilibrio entre la vida laboral y personal al que aspiran los trabajadores de hoy. 

Contacto:

Socio Líder de Transformación Organizacional para Latinoamérica en Consultoría, Deloitte México

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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