Las campañas electorales llegan con una ola de basura tras de sí. A los espacios publicitarios formales se suma la colocación irregular de pendones, mantas y lonas de plástico que se cuelgan de postes, fachadas, semáforos, puentes peatonales y hasta árboles, material que una vez concluida la contienda electoral se convierte en desecho. Y lo peor: están hechos del mismo material (polietileno) de las bolsas de plástico de un solo uso, prohibidas en la capital desde 2020.

Para dimensionar el tamaño de esta ola, basta recordar los datos más recientes: en las últimas tres jornadas electorales celebradas en la capital del país –dos elecciones presidenciales en 2012 y 2018, respectivamente, y una intermedia en 2015– se retiraron 130.1 toneladas de basura electoral, en su mayoría pendones de plástico, lonas y carteles de papel, que no se sabe bien dónde y cómo terminaron.

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Retiro de basura electoral en CDMX:

  • 77.5 toneladas en 2012 (elección presidencial)
  • 42.5 toneladas en 2015 (elección intermedia)
  • 10.1 toneladas en 2018 (elección presidencial)

En entrevista con Forbes México el presidente de la Fundación para el Rescate y la Recuperación del Paisaje Urbano, Jorge Negrete, asegura que en época electoral los espacios publicitarios en la capital crecen entre 25 y 30%. Esto se debe a que se usan postes, árboles, mantas en domicilios y otros espacios donde no está permitido colgar propaganda.  

El padrón oficial de publicidad exterior de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda reconoce cuatro mil 160 espectaculares en la capital, pero Negrete Vázquez señala que podrían ser hasta ocho mil, además de 30 mil vallas y tapiales, tres mil parabuses, 200 columnas en Periférico, 500 muros y 300 bajo puentes.  Es decir, en la Ciudad de México hay aproximadamente 42 mil espacios publicitarios.

Estos espacios podrían crecer hasta los 54 mil 600, toda vez que a los espectaculares, vallas, parabuses y demás puntos publicitarios “se suma que (durante la campaña electoral) van a usar postes, árboles, semáforos, bajo puentes, puentes peatonales, así como miles de bardas”, subraya Negrete.

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Foto: © Oswaldo Ramírez / Forbes México

Plástico de un solo uso

Por su parte la doctora Magdalena Trujillo Barragán, de la Unidad de Alta Tecnología de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), asegura a este medio que los pendones que se cuelgan en postes, árboles y semáforos están hechos de polietileno, material con el que también se fabrican las bolsas de plástico de un solo uso, prohibidas en la Ciudad de México desde enero de 2020.

“Lo que yo he estudiado es el proceso de cómo se fabrican las propagandas que se cuelgan en los postes. Estas se fabrican a partir de una combinación de plástico (polímero) con celulosa (papel), se le llama papel ahulado. Es un material bicapa o tricapa, de la familia de las poliolefinas, que son plásticos de un solo uso”, explica la experta adscrita al Campus Juriquilla, en Querétaro.

Y lamenta: “este tipo de materiales ya sabemos que tardan en degradar muchos años y que para una exposición de una campaña electoral (que es de corta duración) es bastante la generación de basura que sale a raíz de estas propagandas. No estoy en contra de la propaganda, sino más bien que se haga el material que pueda ser degradable en el menor tiempo posible, y ahí es donde yo tengo un estudio”.

Aunque en fase de laboratorio, su estudio apunta al uso de poliácido láctico, conocido como PLA, para ahular el papel, es decir, darle ese efecto plástico o de hule. La ventaja que tiene sobre el polietileno, apunta, es que la degradación es mucho más acelerada, hasta de menos de un año, según los resultados obtenidos en sus investigaciones.

Por ello resalta que su “propuesta sería para aquellos que vayan a hacer este tipo de materiales (en campañas electorales), que usen poliácidos láctico en vez de polietileno”. Sin embargo, admite que hay una desventaja: que usar PLA es hasta cuatro o cinco veces más caro que polietileno.

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Foto: © Oswaldo Ramírez / Forbes México

Contaminación

Tapizar las calles de la Ciudad de México de propaganda electoral –ya que además Negrete Vázquez estima que los espectáculos se rentarán casi al 100 por ciento para salir de la crisis que generó la pandemia durante 2020– significa contaminar de tres diferentes maneras: física (basura), visual y lumínica.  

En el primer caso, el presidente de la Fundación para el Rescate y la Recuperación del Paisaje Urbano lamenta que no hay programas de manejo para la basura electoral. “La teoría dice que se debe reciclar, pero no sabemos si eso se cumpla, de hecho los partidos políticos ni siquiera retiran su propaganda cuando terminan las campañas”.

Una consecuencia de la contaminación visual, comenta el ex integrante del Consejo de Publicidad Exterior de la Ciudad de México, es que “al estar inmersos en una realidad en la cual la publicidad exterior se encuentra presente en todos lados, nos sometemos a un bombardeo de información”.

“Te des cuenta o no, estás percibiendo la información y la única manera en la que el cerebro puede lidiar con eso es a través del estrés, entonces la publicidad excesiva e invasiva genera estrés. No toda la publicidad es contaminación, sino cuando es de tal magnitud, tan grande, tan presente es cuando se genera la contaminación visual”, abunda.

Otro efecto de tener una ciudad tapizada de publicidad y propaganda electoral es que “el patrimonio intangible más importante de cualquier ciudad es su paisaje urbano y lo pierdes a través de la contaminación visual. Si tú no puedes ver los elementos que forman parte del paisaje urbano, estás perdiendo una buena porción de lo que te da ese patrimonio intangible”.

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Foto: © Oswaldo Ramírez / Forbes México

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Migrar a plataformas digitales

Una manera simple de revertir este problema de la basura electoral, afirma Negrete, es que los partidos políticos y sus candidatos migren hacia la propaganda en plataformas digitales, pues incluso representa mayor efectividad en la entrega de los mensajes, sin embargo, duda que eso pase pronto, pues la clase política está arraigada al método tradicional de los anuncios en calle.

La publicidad electrónica tiene una ventaja, que es que tiene un target específico y les mandas un mensaje específico, te lo venden por segmentos. Cuando tú pones una manta en un árbol pasa cualquier tipo de gente y no sabes el impacto, no está segmentando y el mensaje es tan general que realmente sirve de poco”, comenta.

En lo anterior coincide la doctora Trujillo Barragán. “La reflexión sería en primer lugar hoy en día los jóvenes usan más el medio electrónico, para gente joven es factible la campaña digital, pero para gente adulta y adultos mayores el ver este tipo de pancartas en las calles también es medio de comunicación”.

Pero refrenda: “si ese es el caso, es mejor utilizar o cambiar a un material biodegradable que permita que no se contamine el medio ambiente, en ese sentido sería el mensaje, tenemos que salvar el medio ambiente porque es en el que vivimos y si podemos reducir el uso de un material que se degrada tan lentamente, por uno que sea con vida más corta, para un evento como este que es un uso masivo durante un corto tiempo, definitivamente cambiar a un material biodegradable”.

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