Por Carlos Palencia Escalante* No cabe duda de que cuando menos la relación a nivel agregado, económica y comercialmente hablando, de México con Estados Unidos, es de simbiosis… aunque más de un estadunidense no lo quiera reconocer. Una muestra de ello es la sincronización del sector manufacturero de ese país con las exportaciones del nuestro; de la dinámica del sector manufacturero en Estados Unidos con el empleo aquí, de su mejor consumo (y precios) por las importaciones mexicanas y por el turismo entre ambos países, entre muchos otros factores. Existen movimientos comunes, dinámicas con tendencia cíclica en el comportamiento correspondiente a la industria manufacturera de exportación. Con su lógico retraso, es la relación de expansión y de desaceleración, de auge y de contracción, de posiciones de proteccionismo laboral en el vecino país cuando hay decrecimiento económico y de relajación en la política migratoria cuando se requiere mano de obra para mantener el ritmo. No obstante, la convergencia en otros factores no se da: salarios, productividad, costos de logística, poder adquisitivo, acceso al sistema de salud, esquemas de retiro y una larga serie de elementos dan cuenta de que la real simbiosis es todavía distante. Lo mismo ocurre entre países de centro y sur américa: hay fuertes vínculos entre países, pero niveles de desarrollo dispares incluso entre vecinos. Pero volviendo a México, debe percibirse como cercana la oportunidad que se le abre ante la crisis comercial entre China y Estados Unidos, por la tirantez entre sus respectivos gobiernos ya no sólo respecto al valor que sus respectivas monedas deben tener; ahora predominan las acciones de proteccionismo que están siguiendo para darle coherencia a sus estrategias de crecimiento para no caer en la segunda posición mundial Estados Unidos y para lograr posicionarse como el líder global por parte de China. En otras palabras, ahora no estamos en un contexto como en el año 2008 y posteriores por la Gran Recesión; no se detecta una contracción económica vía la no colocación de exportaciones, por el contrario, organismos internacionales estiman para este año un crecimiento en el orden del 3.9%. Hoy en día preocupa lo referente a quien llevará la batuta en cuestiones de tecnología, innovación, derechos de propiedad y sistemas de comunicación. La guerra (que inicialmente empezó por la parte comercial al imponer Estados Unidos aranceles y contra-aranceles a las respectivas importaciones los países afectados), está escalando hacia restricciones a los planes nacionales chinos para desarrollo de sectores estratégicos y, en consecuencia, sobre sus estrategias públicas de inversión. Esa coyuntura chino-estadounidense, sin embargo, abre las posibilidades para que naciones como México y otros países latinoamericanos surtan a los consumidores de Estados Unidos de materias primas, alimentos, partes, componentes y productos terminados. Lo mismo podrá pasar con China, que abre la puerta para que productos de su región sean comprados en vez de los productos norteamericanos. Como puede observarse, Latinoamérica en general y México en particular tendrán que analizar este escenario, pues si se ponen atentos y actúan coherentemente podrán aprovechar la oportunidad de mantener o ampliar su presencia en la economía norteamericana. Lo malo, para el caso mexicano, es que el mandatario estadunidense volvería a arremeter contra él para cuestionar el déficit comercial bilateral y cuestionar, una vez más, el tratado norteamericano de libre comercio. *Consultor en temas de economía y negocios.   Contacto: Correo: [email protected] Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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