La belleza de un atardecer violáceo detuvo la marcha de la multitud por un instante. Aquella gama cromática nacida a partir de la caída del sol comenzaba muy cerca de las montañas en un tono naranja que, a medida que se alzaba en el cielo, daba paso a una franja de nubes violetas. En lo más alto, todo se descomponía en un color púrpura intenso. La panorámica, vista con los pies fijos en los viñedos de la Cava San Antonio, en el Valle de Guadalupe, sustentaba por sí misma la exitosa convocatoria que habría de atender el aniversario 135 de Bodegas de Santo Tomás.

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Keiko Nishikawa, gerente de Relaciones Públicas de Bodegas de Santo Tomás, explica el origen de la vocación enoturística de la casa vinícola. “Bodegas de Santo Tomás, de origen, comenzó con las experiencias enoturísticas en los años ochenta un poco por accidente, pues empezaron a llegar cruceros a Ensenada y no había a dónde llevarlos”. Nishikawa narra cómo se pidió al entonces director general y enólogo de la vinícola, Hugo D’Acosta, que abriera un área para dar degustaciones. Después, a principios del 2000, se diseñaron experiencias que trascendían la degustación de los vinos.

Aproximadamente 3,000 visitantes al año reciben las cavas de Santo Tomás y San Antonio. Foto: Bodega de Santo Tomás.

Actualmente, Bodegas de Santo Tomás cuenta con tres cavas que ofrecen experiencias turísticas a sus visitantes: la Cava Santo Tomás, en el Valle de Santo Tomás, donde se realizan actividades entre viñedos, incluida la degustación en carretas que se abren paso en el terruño; la Cava Miramar, ubicada en el centro de Ensenada, donde se ubican un museo y una cava subterránea en torno a edificios de valor histórico que reúnen una oferta cultural y de servicios que fortalece el tejido social local; y finalmente, la Cava San Antonio, en el Valle de Guadalupe, sede del restaurante Villa Torél, del cocinero Alfredo Villanueva, y donde se accede a una experiencia sensorial de reciente apertura denominada Raíces de la Cava San Antonio, que ahonda en el legado de la Bodega.

La Cava San Antonio, en el Valle de Guadalupe, aloja la experiencia sensorial Raíces de la Cava San Antonio, QUE narra el legado de la vinícola. Foto: Forbes Life.

Esta última, por cierto, es la ubicación exacta del atardecer portentoso que sirvió de marco a los festejos de la casa vinícola, minutos antes de una cena fastuosa dirigida por el chef de casa que contó con la participación de los cocineros Tania Livier, Diego Hernández Baquedano, Óscar Torres y Fernanda Rodríguez.

“Recibimos en promedio, en los dos valles, 3,000 visitantes al año -retoma Nishikawa- y en el centro de Ensenada, en la Cava Miramar, muchos más: casi 30,000, porque es donde a la fecha seguimos recibiendo a los cruceros”, puntualiza la representa de la Bodega.

Sello de casa

Las líneas de vinos firmadas por Bodegas de Santo Tomás son Ícono, Varietales, México, ST, Misión, Sirocco y Cantarranas; todas responsabilidad de Cristina Pino, enóloga de la vinícola que perfila así la identidad de la bodega a su cargo: “Santo Tomás es una bodega cosmopolita, hecha a su tiempo, que escucha al consumidor y con el afán de la mejora continua, de innovar y apostar en la tecnología. La bodega cada año innova sus procesos enológicos y en estos últimos cinco años hemos sacado un producto diferente cada año”.

Cristina Pino, enóloga enóloga de Bodegas de Santo Tomás. Foto: Bodegas de Santo Tomás.

Al preguntarle cómo sería una nota de cata de Baja California, Pino responde: “En Baja California, son vinos frescos, amigables, centrados en la fruta, con intensidad aromática. Con buena estructura, cuerpo y complejidad en boca”.

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