Para celebrar nuestro quinto aniversario, buscamos a algunos de los empresarios más destacados del país para averiguar cómo es que hallaron su vocación.   El gusto de ver lo pensado Por Salomón Marcuschamer / presidente del consejo de administración de Casas Javer Desde que tenía 13 años, estando en la secundaria, iba a la ferretería de mi padre. Y me dije, en cierta ocasión, que jamás sería comerciante y que me prepararía estudiando para emprender algún negocio. Mi padre después se inició en el giro de la construcción, más específicamente en la edificación de casas, y fue ahí donde tomé dos de las decisiones más importantes a lo largo de mi carrera. La primera, que sería ingeniero civil, y la segunda, que tendría la empresa constructora más grande de Monterrey. Me animaba demasiado la idea de ser un orgullo para mis padres. Pienso que hay tres condiciones que conforman la existencia de un ser humano: la genética, el entorno en el que creces y las circunstancias en las que te desarrollas. Siempre me ha alentado la confianza en lo que hago, porque soy una persona que se atreve. Me gusta ver lo que pienso y, sobre todo, no le tengo miedo al fracaso. Aun en la crisis de 1995, la cual no fue mí mejor momento, nunca me desanimé. Siempre tuve certeza de que saldría adelante, y así fue. Mi sueño es que alguno de mis 14 nietos tome la estafeta y siga mis pasos, como yo seguí los de mi padre, y que su apellido siga vigente con acciones y amor hacia mi país y mi ciudad.

 

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