Uno de los problemas económicos recientes más complejos que ha aquejado a todo el mundo desde el inicio de la pandemia ha sido la interrupción de muchos procesos a lo largo de la cadena de producción [ver El reto de la escasez de semiconductores y otros insumos del 16 de marzo de 2022]. Esta situación ha complicado la dinámica del comercio internacional en los últimos tres años, pero podría encontrar un punto de inflexión importante en la segunda mitad de 2023, a pesar de los riesgos asociados a una posible recesión global, probablemente viendo la mejoría más significativa en 2024. En este artículo se analiza cómo se ha dado de manera gradual la normalización de las cadenas de suministro en meses recientes y contempla algunos factores a considerar en este 2023. 

Algunos indicios de mejoría en el 2022

El avance en los programas de vacunación en el mundo desde 2021 –que ha permitido una reapertura de la economía– aunado a una recuperación más homogénea entre países en 2022 y programas de los gobiernos de fomento a la inversión en industrias clave para la cadena de suministros (e.g. Chips and Science Act en EE. UU.), han contribuido a una gradual normalización en la oferta global de bienes y servicios. 

Por ejemplo, el Índice de Presiones en la Cadena de Suministro Global –GSCPI por sus siglas en inglés– desarrollado por el Fed de Nueva York lleva 12 meses de mejoría tras el fuerte deterioro que acumuló entre el 1T20 y hasta el 4T21. De igual manera, a pesar de que el retraso en la entrega de semiconductores continúa siendo un desafío global muy importante (25.8 semanas al mes de diciembre), este ha disminuido cerca de un 20% en los últimos 6 meses, de acuerdo con el monitoreo de Susquehanna Financial Group. A pesar de los avances logrados hasta ahora, se espera una normalización más acelerada hasta la segunda mitad del presente año. 

Estos son algunos ejemplos que ilustran un futuro un poco más promisorio en este frente. Más recientemente, las esperanzas de una mejoría adicional han sido impulsadas por la reapertura de la economía de China desde finales del año pasado. En específico, el optimismo ha ido en aumento después de los estrictos controles contra el COVID implementados por este país desde el inicio de la pandemia –especialmente en el 2022– que afectaron de manera muy importante el comercio de materias primas y otros insumos, así como los precios de estos.

Catalizadores en este 2023

Este año será desafiante por los temores sobre recesión en gran parte del mundo. En lo que respecta a las cadenas de suministro, esta situación podría aminorar las inversiones necesarias en algunos sectores clave para impulsar la eficiencia de los procesos productivos en el mundo. Del lado más positivo, algo que podría contrarrestarlo es la necesidad de las empresas y gobiernos de retornar a un nuevo equilibrio post-COVID, así como atender las presiones políticas y sociales por controlar todos los factores detrás de la fuerte inflación (e.g. Inflation Reduction Act en EE. UU.).

El mundo también estará atento a la coyuntura geopolítica, destacando el conflicto en Ucrania o las tensiones entre Estados Unidos y China, ya que el desenlace de estos temas podría repercutir en la normalización de las cadenas de suministro. En este mismo frente, será crucial la estrategia del gobierno chino por flexibilizar las fuertes restricciones de movilidad (e.g. la política de cero-COVID).

Otro punto importante para tomar en cuenta ha sido la importancia que ha cobrado el Nearshoring y todos los cambios de paradigma que ha comenzado a experimentar el comercio internacional. La reubicación de los procesos de producción podría traer consigo también tiempos de ajuste que ralentizarán la normalización del fenómeno que aquí se analiza, pero que ayudará como un mitigante de riesgos muy significativo de corto y mediano plazo.

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Dentro de este análisis no podría dejarse de lado el posible efecto del retiro de los grandes estímulos monetarios y fiscales en el mundo, y su posible impacto sobre las inversiones que ayuden a la cadena productiva. Por el lado monetario, los bancos centrales continúan aumentando tasas de interés. Si bien se espera que el ciclo de incrementos concluya entre este y el próximo trimestre, se augura al menos todo un año de condiciones monetarias restrictivas. Por el lado fiscal, los elevados niveles de endeudamiento de los gobiernos, como el caso de Estados Unidos, han ejercido presión para llegar a cabo políticas más prudentes del gasto.

Otras aristas interesantes de esta situación son las huelgas, presiones sociales y otros factores que han afectado el transporte, logística y almacenamiento. También la transición energética en el mundo ha sido una variable que ha modificado la forma de intercambiar productos y proveer servicios a lo largo de toda la cadena productiva. Junto a estas variables, también debemos considerar temas de ciberseguridad, otras cuestiones geopolíticas (más allá de las mencionadas previamente) e inclusive algunos factores demográficos (e.g. escasez de capital humano calificado en algunos países).

Como conclusión, se espera un escenario un poco más benigno en las cadenas de suministro conforme nos adentremos en la segunda mitad de 2023, a pesar de que el panorama todavía luce retador. Algunos esfuerzos de gobiernos y empresas por aliviar estas presiones en la oferta global de bienes y servicios –contribuyendo al crecimiento y a mitigar la inflación– también podrán ayudar a una mejor gestión de riesgos, control de inventarios y planeación financiera y comercial para distintos tomadores de decisiones. Este año podríamos ver un punto de inflexión relevante, pero con una normalización más clara hasta 2024. Un ejemplo de ello es el estudio de Accenture, donde 76% de los ejecutivos en el sector de los semiconductores espera que las disrupciones reflejen una mejoría significativa hasta el próximo año.

Contacto:

*Alejandro Padilla es Director General Adjunto de Análisis Económico y Financiero de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de Grupo Financiero Banorte ni sus subsidiarias o filiales.

Twitter: @alexpadillasan

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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