Por Andrés Bayona* Existen múltiples factores que han contribuido a que la gente deje de ir a cine: el precio, la piratería y la llegada de nuevas plataformas digitales que brindan acceso inmediato al contenido sin necesidad de salir de la casa, han representado una notable amenaza para los teatros.  El negocio del cine ha tenido más cambios en la última década que en ningún otro momento en su historia. Gracias a la innovación tecnológica, el ciclo de producción de las películas se ha transformado sustancialmente. Desde el acceso a cámaras digitales que permiten grabar más fácil y barato, hasta la postproducción y el marketing, en donde el boom de los efectos especiales y de las campañas digitales han elevado la calidad del producto y la conexión con los espectadores. Y a pesar de que la ventana de exhibición no ha tenido mayores cambios, sí está modificando tendencias de consumo. Sus principios son muy simples: el teatro proyecta las películas, cobra por el ingreso y por las concesiones que, al final del día, son las que mayores ganancias generan para los exhibidores. Poco se ha reinventado la rueda del negocio, a diferencia de la televisión, la música y la prensa, las cuales han sido obligadas a restaurarse. Sin embargo, la llegada de nuevos jugadores y de nuevas estrategias de consumo están empezando a darle giros a esta industria. Los nuevos modelos de suscripción, además del acceso a boletos e información por medio de plataformas digitales son algunos ejemplos. El éxito de la compañía MoviePass, la cual sustenta su modelo de negocio en un servicio de suscripción que permite ir a cine máximo cuatro veces por 10 dólares al mes, ha sido un disruptor en Estados Unidos. Este sistema, que no me extrañaría que llegara pronto a México, ha cambiado la relación entre el espectador y las salas de cine. El triunfo de compañías como Netflix y Amazon Prime ha demostrado la disposición de los usuarios por pagar mensualidades por acceso ilimitado a los contenidos. MoviePass le llega a un público al que los cines han tenido gran dificultad de impactar: los millennials. El 75% de sus usuarios oscilan entre los 18 y 34 años, quienes muestran interés frente a este tipo de suscripciones, en ahorrar dinero y en disfrutar películas por la mitad del precio. Quienes están detrás de este negocio no son novatos ni llegaron por casualidad. Su CEO, Mitch Lowe, fue el cofundador de Netflix y trabajó para la compañía de videos Redbox. Su COO, Stacy Spikes, fue vicepresidenta de marketing de Focus Films, Miramax y Columbia Records. A pesar de que los exhibidores se muestran alarmistas frente a los costos tan bajos de la aplicación, en parte, sí se han beneficiado ya que, al incrementar su asistencia, han logrado aumentar ventas en sus concesiones, así como administrar el riesgo de fracasos taquilleros. MoviePass reveló que había logrado más de un millón de suscriptores en sólo cuatro meses, suscripciones que a Netflix le tomó tres años conseguir. Esta es una muestra de que la industria del cine se está transformando gracias a las nuevas tendencias de sus consumidores, las cuales prueban que el apetito por ir a los teatros continúa y que está lejos de ser erradicado. *Comunicador social y periodista de la Universidad de La Sabana, Gerente de Contenidos en Televisa.   Contacto: Correo: [email protected] LinkedIn: Andrés Bayona Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.  

 

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