Por: Lucrecia Iruela

Obtener el éxito debería ser la consecuencia de trabajar con constancia, de mejorar cada día y de aprovechar las oportunidades. Como metáfora sería llegar a la cúspide de la montaña después de un largo y sacrificado recorrido. Todos de alguna forma estamos de acuerdo en lo expuesto. Anhelamos el éxito como algo concreto y tangible. Esperamos una recompensa con nombre y apellidos para ser recibida con espontaneidad y sorpresa. 

Sin embargo, el camino del éxito es detallado y delicado. Como decía Steve Jobs “si miramos de cerca, casi todos los éxitos repentinos se han fraguado con mucho tiempo”. Sin ir más lejos el gigante tecnológico Amazon, que parece una multinacional de nuestros tiempos, recién salida del horno con una idea maravillosa y un éxito abrumador, empezó en el año 1994. Tanto la empresa como su fundador Jeff Bezos han pasado por muchas etapas con facetas y estrategias diversas. Ha sido una empresa  “disruptor” con muchos cambios pero siempre con el foco centrado en la satisfacción de los clientes. 

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Igual que las empresas, los individuos tenemos que tener claro nuestro foco para ir proyectando nuestro éxito. El gran reto es desmontar los ideales que tenemos preconcebidos y empezar a descubrir nuestras propias metas y recompensas. 

Si analizamos la definición más pura de éxito “es el resultado feliz” y si aplicáramos esto en todos los sentidos, el éxito no sería un objetivo a largo plazo sino una satisfacción en el momento presente al hacer bien las cosas. En definitiva nuestro timón y visión sería nuestro propósito y el mejorar cada día parte de nuestra misión.  Para ello, lo primero es conocernos a nosotros mismos, saber nuestras competencias como líderes y ser competitivos en nuestra industria. En palabras de Carlos Slim, unos de los empresarios más exitoso de México “hay que imponer nuestra voluntad a nuestras debilidades”. 

Todos los casos de éxito tienen estos factores, pero no todos los que tiene estos factores obtienen el éxito. Tenemos que tener claro cuales son nuestras métricas y como las definimos porque tendemos a confundir muchos conceptos que nos hacen desilusionarnos y no continuar. 

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Logro vs. Éxito 

Los logros pueden ser éxitos pero también tenemos que prepararnos para tener muchos logros sin llegar a rozar el éxito. Hay muchas variables que podemos controlar y son precisamente en esas en las que nos tenemos que centrar más que empeñarnos en lograr resultados que no dependen directamente de nosotros ni de nuestro talento. La gran meta es hacer las cosas por el mero hecho de realizarlas sin tener expectativas que pueden desencadenar en un ficticio fracaso porque no han sido realizadas con la correcta actitud o mindset. 

Correlaciones Imaginarias

Tendemos a imaginarnos correlaciones que nos van a construir el puente hacia el éxito. Esto es un error de concepto porque cuando se nos cae alguna pieza del puente, no podemos obtener el mismo resultado esperado. El tener agilidad y flexibilidad, nos va ayudar a modificar el escenario y cambiar la estrategia. Las correlaciones imaginarias son ecuaciones traicioneras porque si bien apoyan y motivan arrastran desilusión.  

Reconocimiento vs. Credibilidad  

Estos dos conceptos contribuyen al éxito de forma conjunta, pero no precisamos de los dos para ser exitosos o exitosas. La credibilidad va más unida a nuestra identidad y los valores que presentamos y brindamos sin esperar una reacción por parte de los demás o de la industria. 

En el Silicon Valley el éxito ha sido presentado como una campaña de marketing avalando a las empresas tecnológicas, sin embargo dentro de todas las glorias no se han contado las desilusiones. La mayoría de las empresas que han revolucionado el mundo, no nacieron de un plan estratégico basado en el éxito o en el logro sino en el propósito de cambiar el mundo y en el impacto global. 

La parte mas ardua del Silicon Valley proviene de las startups cuyos fundadores tienen la idea fija de crear una empresa con el fin de ser adquiridos por una multinacional, comprados o fusionado por un gigante, o incluso con la ambición aun mayor de salir al mercado bursátil rompiendo los cánones de éxitos jugando a contrarreloj. 

Con este caldo de cultivo, las metas son más amargas y la infelicidad llega más rápido ya que el éxito es el único agente que mueve no solo a las personas sino a las ideas e invenciones. En realidad hacer lo que nos llena con pasión y amor debería ser la única definición de éxito. El hacer las cosas bien por el bien y para el bien. 

Como señala Ruth Gotian, escritora y gran compañera, que ha dedicado su carrera a estudiar a los “high achivers” personas como astronautas, jugadores Olímpicos y premios Nobel. Señala de forma muy acertada en su ultimo libro “The Sucess Factor”, lo que diferencia a los que logran grandes triunfos en su disciplina es su sello personal y ética en el trabajo. Esto los hace diferentes, los hace tener el ancla bien sujeta para aguantar las mareas. Para estos triunfadores, su propósito en la vida es “dejar este mundo mejor que lo encontraron”

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Contacto:

Lucrecia Iruela. Abogada, Coach ejecutivo, empresaria. Liderazgo visión 360. Silicon Valley advocate. Marshall Goldsmith 100 coaches

Twitter: lucreciart

LinkedIn: https://www.linkedin.com/in/lucreciai/

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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