Ante el irreversible avance de la Inteligencia Artificial, parecen dibujarse tres escenarios: uno en el que esta tecnología se convierte en una herramienta que facilita el flujo de trabajo; otro, apocalíptico, en el que la gente adopta totalmente los contenidos creados por IA e, incluso, los prefiere por encima de las creaciones humanas; y, en el tercer escenario, el producto creativo de la IA termina siendo mediocre y lo hecho por el humano cobra un nuevo valor. ¿Qué sucederá?

Durante el último año, la humanidad ha atestiguado cómo la Inteligencia Artificial (IA) gana terreno en muy diversas industrias. Esto ha generado en algunos profesionales ciertos cuestionamientos sobre cómo podrían transformarse o, incluso, desaparecer sus actuales puestos de trabajo. En otros causa emoción, porque observan oportunidades de desarrollo al apalancarse de esta tecnología.

“Cuando en los años 2017, 2018, hablábamos del impacto de la Inteligencia Artificial sobre la economía, fundamentalmente pensábamos que sustituiría tareas repetitivas y que sería capaz de clasificar información. Eso lo pensábamos, y sorpresivamente, contra a todo pronóstico, la IA ha ido a atacar uno de los núcleos sagrados del estatus, digamos de la ‘divinidad humana’, porque siempre se ha considerado que la creatividad es patrimonio del ser humano, igual que el lenguaje”, dice, en entrevista para Forbes México, Xavier Ferrer i Serra, consultor en transformación digital y CEO de mudit.org.

Xavier considera que es, justamente, el sector creativo uno de los que mayor impacto ha experimentado y, también, uno de los que quizá no se encuentra del todo preparado frente a los embates de la IA. En este sentido, comenta el experto, se nos coloca frente a tres escenarios: el primero de ellos es considerar que la IA es una herramienta que facilitará el flujo de trabajo, que incrementa la productividad, que apoyará la creatividad y contribuirá a elevar el estándar de calidad de los productos creativos. “Por supuesto que va a ser más sencillo hacer una película, pero, a la vez, el público va a exigir más de esa película”, dice.

El segundo escenario es apocalíptico, en el que la gente sí podría aceptar y consumir contenidos creados por la IA e, incluso, preferirlos por encima de las creaciones humanas. Esto, explica, podría generar creaciones llenas de mediocridad, porque la IA se nutre a partir de datos ya existentes (hablamos, entonces, de un reciclaje continuo de productos creativos).

El tercer escenario podría ser que el producto creativo de la IA fuera mediocre o no lo suficientemente bueno, y volviéramos a la ‘artesanía’. Si fácilmente el público pudiera distinguir cuándo un producto creativo es generado por una máquina y cuándo por un artista, la IA perdería mucho de su atractivo. “Yo creo que el escenario que vamos a vivir es el primero, el más optimista, en el que la creatividad es aumentada. Es decir, yo uso la IA como herramienta, y esta herramienta me va a servir para los flujos de trabajo, la generación de brainstorming”, dice Xavier, a modo de ejemplo.

Actualmente, agrega, son pocos los creativos que están acercándose a esta tecnología. Cita una encuesta de la agencia creativa Engine Creative, de origen inglés, en la que sólo uno de cada 10 creativos dijo utilizar la IA de manera regular para generar un flujo de trabajo (no obstante, esta misma encuesta dice que 71.7% de los creativos están de acuerdo en que la IA les ayudará a mejorar su trabajo). “Presenté, hace poco, un proyecto sobre educación e IA. Si le preguntas a la gente, en general, verás que existe un cierto temor y rechazo, cierta infravaloración de las posibilidades de la IA”.

Xavier encuentra similitudes entre el momento que estamos viendo y los años en los que surgió la fotografía. Él explica que los pintores retratistas la odiaban, porque técnicamente podía generar mejores imágenes y en menos tiempo. Esto creó un estigma sobre la fotografía: “Hoy, ninguno de nosotros discutiría que la fotografía es un arte, porque hemos llegado al convencimiento de que esa herramienta es ‘domada’ por el fotógrafo”.

No obstante, y con toda la aversión que en algunos pudiera provocar, la IA es incontrolable, opina Xavier. ChatGPT es la aplicación que más rápido ha cautivado a los usuarios. En tan sólo cinco días alcanzó 1 millón de usuarios y, para enero de 2023, ya tenía 100 millones, de acuerdo con un artículo publicado por J.P. Morgan. La empresa detrás de esta aplicación, Open AI, podría generar ingresos por aproximadamente 200 mdd este año, según datos de un artículo publicado en elEconomista.es.

Para aprovechar estas herramientas, explica Xavier, los profesionales deberán tener la capacidad de ser “nómadas del conocimiento”. Es decir, deberán desaprender y aprender rápido, sin ataduras, además de poder trabajar desde esquemas colaborativos: “Pronto estaremos en una IA general”, vaticina el experto.

Ante este hecho, agrega, también es importante considerar que, hasta ahora, la experiencia cultural ha sido colectiva. Por ejemplo, todos observamos una serie en Netflix, y todos vemos el mismo comienzo, desarrollo y final, pero la IA podría llevarnos a tener una experiencia cultural y creativa personalizada, donde, quizá, el espectador tenga la facultad de elegir que un personaje muera en el capítulo 12, y otro en el capítulo 20: “La IA va a producir una trama a mi gusto, en donde quizá quiero que un personaje tenga un tono más violento o uno más sexual, o tal vez quiero que uno de los personajes principales sea yo mismo dentro de la trama”.

¿Y el metaverso? La construcción del espacio virtual, sin duda, será enriquecida por esta tecnología, que no sólo responderá a las necesidades de espacios y estilos, sino que también abrirá la posibilidad de tener asistentes virtuales, “personajes con IA que podrían ofrecer información sobre los espacios”. Por ejemplo, dice, las instituciones podrían tener una especie de gemelo digital (una versión tridimensional) para aportarle información a los usuarios.

¿Se puede regular el uso de la IA?

“Vamos a vivir una época en la que tendremos que ser mucho más tolerantes con los derechos de autor, creo yo, porque los tribunales revisarán caso por caso para establecer un marco. Mientras eso sucede, ahora mismo, es un campo totalmente difícil de determinar”, dice Ferrer.

Por su parte, Leonardo Morales, director Legal-Digital en Consultoría Xaman Eck, explica que, actualmente, su campo es susceptible de registrar todo lo que nace del intelecto humano y, por el momento, no lo que venga de la IA. Él hace referencia a lo ocurrido en Estados Unidos, en agosto pasado, cuando una jueza, en la Corte del Distrito de Columbia, emitió una sentencia en la que declaró que las obras que son creadas a partir de IA no son susceptibles de registro de derecho de autor: “Y es que la creatividad es una condición que viene del mismo ser humano, no de una aplicación ni de una cadena de algoritmos”, dice Morales.

Los 100 mexicanos + creativos en el mundo Foto: Forbes Staff

Sin embargo, explica, habrá que generar un camino hacia el desarrollo de un marco regulatorio. “En el caso de México es muy curioso, porque desde hace muchos años se ha hablado de IA, pero no se ha hecho nada para trasladarlo a un cuerpo normativo. Recuerda que, hace un par de años, el país fue sede de la Red Iberoamericana de protección de Datos, en la que se generó el documento “Orientaciones Específicas para el Cumplimiento de los Principios y Derechos que Rigen la Protección de los Datos Personales en los Proyectos de Inteligencia Artificial”. En éste se asienta que la IA no debe ser invasiva de la privacidad e intimidad de los usuarios: “Sería importante retomar los documentos que se han hecho, para empezar a crear una legislación especial sobre IA, y cómo regularla. Desafortunadamente, en México estamos muy verdes en temas de protección de temas digitales”.

Pero, agrega, el país tiene un camino recorrido en cuanto a la protección de datos, porque ha generado leyes específicas: “Además, tenemos un organismo autónomo, que es el INAI […] y es independiente del Estado […] Pero sí se requiere una reforma estructural en la que existan nuevas facultades para tratar los temas sobre IA”.

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En octubre pasado, durante una exposición en el Senado de la República (organizada por Alejandra Lagunes del PVEM), se consideró la posibilidad de crear una agencia regulatoria especializada en IA y una especie de fideicomiso para que no sólo quede en “buenas intenciones”, según se lee en el documento. También enfatizaron la importancia de actualizar y adaptar marcos jurídicos existentes, justamente como los relacionados con la Protección de Datos Personales.

“Depende de nosotros mismos que llevemos la herramienta hacia algo positivo o negativo”, dice Xavier, quien también expresa sentirse esperanzado sobre lo que puede ocurrir con la IA. Por eso se considera a sí mismo como “tecno-optimista”. Ante la ola de cambios a la que nos enfrentamos, dice que lo mejor es no oponer resistencia y observar de qué manera estas herramientas pueden ayudar a incrementar la productividad: “Tengo que ver si en mi sector, en este momento, ya hay aplicaciones para cualquier cosa”.

Este reportaje lo puedes leer en la edición 133 de nuestra revista Forbes México.

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