Desde los cinco años, a Marco de la O ya se le veía madera de actor. A esa edad pisó su primer escenario, en un certamen de oratoria en la escuela, con un poema muy triste: “¿Por qué los Reyes Magos no llegan a la casa de los pobres?”.

Ese momento lo marcó, pues, en el clímax del recital, se le olvidó lo que debía decir y empezó a llorar. “Volteo a ver al público y veo que estaban llorando conmigo. Pensaron que era parte de ese montaje del poema. Me digo: ‘A ver, aquí está pasando algo’. Entonces improviso y conecto con la poesía y la termino. Al final, veo a mi mamá (que sí se la sabía) con cara de: ‘¿Qué hiciste?’”, recuerda, entre risas.

Fue a los 12 años cuando tuvo la claridad de que quería ser actor, algo que, en principio, no convenció mucho a sus papás, pues le pedían que primero estudiara y terminara la preparatoria… pero para eso faltaba mucho. Entonces decidió movilizarse, buscar escuelas. Encontró el Centro Cultural Virginia Fábregas, que ofrecía cursos de fin semana para niños. Terminado la preparatoria, entró a la escuela de Patricia Reyes Spíndola, donde permaneció tres años y empezó a hacer teatro clásico del Siglo de Oro español. Para él, eso fue incursionar, a los 18 años, en las “grandes ligas” de la actuación.

Su preparación no terminó ahí: Estuvo en Cuba, en Nueva York, en la American Musical and Dramatic Academy, y después regresó a México. Aunque no había hecho nada en televisión, tocó las puertas de Televisa. Seis meses después lo llamaron para hacer el papel de policía en una telenovela, en la que sólo aparecía dos segundos; pero, otra vez, gracias a su improvisación, logró que se convirtieran en 10 segundos: “Ese día, cuando mi papá me vio por primera vez en televisión, lloró”. Su gran momento llegó con la serie de El Chapo, de Netflix, donde personificó al narcotraficante mexicano por tres temporadas; papel que él considera ha sido el más retador de su carrera, pues fue la construcción total del personaje, al no haber muchas referencias visuales de Joaquín Guzmán Loera.

Marco De La O
Foto: © Oswaldo Ramíerez.

Pero bastaron los videos de sus tres capturas para crearlo en esas facetas: “Entrón, obscuro y con miedo”. “Mucha gente cree que el personaje del Chapo que hice es como el de la vida real. Mentira: yo lo inventé, junto con la producción y todo el equipo”. La gente le decía que iba a ser difícil sacudirse ese papel del Chapo, pero no ha sido así. Después de eso vinieron 10 proyectos más, incluyendo su participación en Rambo 5, junto a Sylvester Stallone.

El más reciente es Pacto de sangre, una serie de Vix. Para Marco de la O, la creatividad es un elemento muy importante en la industria del entretenimiento, por lo que llama a los jóvenes a no caer en la comodidad y la superficialidad en la era de las redes sociales, las cuales, considera, pueden limitar el pensamiento crítico.

Este texto lo puedes leer en la edición 133 de nuestra revista Forbes México.

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