Para celebrar nuestro quinto aniversario, buscamos a algunos de los empresarios más destacados del país para averiguar cómo es que hallaron su vocación.   Heredar el sueño paterno Por Frank Devlyn / presidente vitalicio de Grupo Devlyn Mi gusto por los negocios comenzó de niño, cuando vivía la familia en Ciudad Juárez, Chihuahua. Al cumplir ocho años, recibí de regalo una caja de dulces “americanos” Baby Ruth y se me ocurrió que podía venderlos de casa en casa. Compraba los dulces a precio de mayoreo y, como nadie vendía dulces a domicilio, los daba al mismo precio de las tiendas (ése era un gran argumento de ventas). A los 10 años ya tenía a ocho niños que eran mis “distribuidores” vendiendo casa por casa. Mi padre era un impresionante promotor; me hizo ver la importancia de tocar puertas para repartir folletos y calendarios que promovían nuestro pequeño negocio familiar de óptica, el cual comenzó en la sala de la casa y, con el tiempo, abrimos una óptica en la calle principal de Ciudad Juárez y otra en El Paso, Texas. Siendo el mayor de cinco hijos, me gustaba apoyar siempre: lavaba las ventanas de nuestras ópticas y acomodaba los armazones en los aparadores con sus carteles de publicidad. Mis hermanos también ayudaban en lo que podían, ya que el negocio era parte de nuestra vida. Siendo estudiante de 18 años, convencí a mi padre de hablar con el gerente de Sears Roebuck Chihuahua, para, dentro de la tienda, ofrecer montar y operar una concesión de óptica con el nombre de Devlyn. Sears accedió y la unión fue todo un éxito. Vendíamos lentes a crédito. fuimos la primera óptica en ofrecerlos y la gente ya reconocía a Devlyn como óptica. Por el éxito obtenido, pronto fuimos invitados a operar concesiones de óptica con Sears en otros estados del país. Lamentablemente, mi padre falleció cuando yo tenía 22 años de edad, y esto me obligó a seguir con más fuerza su sueño más preciado… que también había hecho mío: tener la cadena de ópticas más importante del país. Poco después me ofrecieron comprar la primera fábrica de armazones oftálmicos del país. Conseguimos un préstamo y entramos al mercado grande de la Ciudad de México, como fabricantes y distribuidores de productos ópticos. Encontré un gran local en la calle de Madero y abrimos la primera óptica en el centro de la ciudad. En esta aventura me acompañaron mis hermanos Jesse y Pat. Siempre he contado con el apoyo incondicional de mis hermanos, que han dejado una gran huella dentro de Grupo Devlyn; juntos aprendimos a aprovechar las oportunidades que la vida nos iba dando. Cuando la familia está unida, el negocio es imparable. Mi familia y negocio son mi mayor éxito. A la tercera generación, que ahora opera el negocio, le recuerdo la importancia de saber cambiar con los tiempos, y que, lo que te trajo aquí, no siempre te llevará allá. Creo en los factores de suerte y oportunidad, pero debe ser suerte con preparación. Como todo, durante estos 80 años hemos tenido altibajos; los negocios son complejos y nada te llega a las manos si no trabajas. El liderazgo se consigue todos los días. Pienso que no hay condiciones perfectas para comenzar un negocio, pero lo básico es siempre buscar cómo aprovechar las posibilidades y oportunidades que se presentan, fijar objetivos y no perderlos de vista.

 

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