La transmedialidad es un código de modernidad que el mundo de los negocios está abrazando con entusiasmo. Pero, ¿qué es?     Transmedialidad es una palabra larga, dislálica y, sin embargo, no es otra cosa que un signo de nuestro tiempo. Si estás leyendo este texto es porque ya disfrutas de sus bondades. Es una manera de mezclar las viejas formas de hacer las cosas para que de esta argamasa surja una fórmula novedosa de captar la atención del público objetivo. Desde la imprenta de Gutenberg hasta el hipertexto, la ruptura con las normas tradicionales es una inquietud constante que cautiva a la humanidad. La creatividad del ser humano impulsa nuevas alternativas de hacer lo mismo. La forma moderna y cotidiana de innovar, de romper fronteras para conseguir mejores resultados, es lo que conocemos como transmedialidad. Es un fenómeno de nuestra época en que la hibridación de las corrientes de pensamiento, de procedimientos metodológicos y de avances científicos ha creado espacios de colaboración. El objetivo de la mezcla de diferentes sistemas, estéticas, géneros o productos es darle gusto al público. Para ello se desdibujan los límites y nacen formatos nuevos para satisfacer las preferencias del consumidor en un espacio en que se busca un enriquecimiento global y por el cual todos salen ganando. Así nacen revistas impresas con sitios electrónicos que cada día ganan más número de lectores; periódicos que buscan trascender fronteras y abren blogs a los que sólo se accede en línea; campañas publicitarias, programas de capacitación empresarial, universidades con clases presenciales y en línea. La transmedialidad es un modo de transmitir una experiencia a través de diferentes plataformas y formatos que utilizan las tecnologías digitales actuales. En esta modalidad, así como se es participante también se juega el papel de receptor, traspasando el umbral entre un medio tradicional y otro. Hoy por hoy, los medios rebasarán la barrera física para formar parte del mundo electrónico. Así como podemos leer las noticias en el periódico, también podemos escucharlas en la radio, verlas en la televisión o enterarnos por las redes sociales. Estas diferentes modalidades se reúnen en este nuevo concepto: en lugar de estar separadas, están en sintonía en un mismo sitio. Todas las formas de la información se complementan, y el concepto crece porque es funcional para todos: el sistema binario se sincroniza con las formas del papel, lo virtual se combina con lo físico. La maravilla de esta nueva tendencia es que el consumidor asume un rol activo. Es decir: tradicionalmente, el proceso de generar un producto o introducir un mensaje era responsabilidad única del creador. Ahora, el receptor se convierte en co-creador, y eso hace posible un compromiso y un enganche en que el participante se convierte en parte funcional de la estrategia. Hace apenas unos años, el producto, la forma de promocionarse y la aplicación eran un conjunto de conceptos independientes. Hoy, ese conjunto no se integra por partes separadas, sino que es un todo más satisfactorio para el consumidor. Se deja atrás la suma de las partes y se convierte en un cuerpo en sincronía perfecta. La transmedialidad es un código de modernidad que el mundo de los negocios está abrazando con entusiasmo. Series de televisión, programas de radio, crowdfounding, videojuegos, la industria editorial, webseries y muchos más, son ejemplos de cómo la transmedialidad se constituye cada vez más como una ventaja competitiva. Ya lo decía Macbeth: “El mañana y el mañana avanzan a pequeños pasos, de día en día hasta la última sílaba del tiempo recordable.” Se nos acabaron esos tiempos eruditos en que se buscaba la pureza de los límites como un terreno sagrado y de respeto. Actualmente la hibridación es una realidad: lo tradicional es la estructura; la transmedialidad es el producto.     Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @CecyDuranMena Blog: Las ventanas de Cecilia Durán Mena     Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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