Le Dokhan’s, el hotel para quien sabe disfrutar la vida
Cálido, íntimo y elegante, así es uno de los hoteles más exclusivos de la capital francesa, diseñado para recordar los departamentos de la alta burguesía de principios del siglo XX.
Por Ana Paula Herrera
A pocos pasos de la Torre Eiffel y de los Campos Elíseos, entre la plaza del Trocadero y el palacio de Victor Hugo, se alza este hotel que destila entre sus muros la verdadera esencia de la Belle Époque parisina. En su Champagne Bar, el sommelier Matthias Breton ha creado un menú que recoge 240 marcas, desde las más célebres hasta otras, minoritarias, pero no por ello menos exquisitas, donde es posible también degustar caviar, foie gras y otras delicatessen de la Maison Petrossian.
Le Dokhan’s nació cuando el famoso diseñador Frederic Mechiche y los propietarios decidieron crear un hotel íntimo, con un encanto irresistible, que actualmente forma parte del Tribute Portfolio del grupo hotelero Starwood. La decoración es única, con detalles de lujo que abarcan desde pinturas de Matisse y Picasso, hasta los suelos de parquet y los revestimientos de madera de un château del siglo XVII. Los textiles y el mobiliario de líneas clásicas han sido hechos a medida por afamados artesanos, siguiendo las indicaciones del interiorista, quien no ha querido hacer un hotel al uso, sino un segundo hogar. Se han cuidado todos los detalles, incluyendo una fragancia exclusiva con aroma a fuego de leña, diseñada especialmente para Le Dokhan’s, que recibe al visitante desde el lobby, donde el director del hotel, Fabrice Martin, saluda personalmente a cada huésped.
El objetivo de Le Dokhan’s es ofrecer un servicio personalizado, anticipándose en todo momento a las necesidades del visitante. El hotel cuenta únicamente con 45 habitaciones y suites, que han sido diseñadas recreando el estilo de la década de 1910, que Proust revive en su clásico En busca del tiempo perdido. Todas cuentan con vistas espectaculares de la ciudad, especialmente la Suite Eiffel, un piedà-terre con vistas a la famosa Torre.
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El elevador del hotel es totalmente único, ya que ha sido realizado a partir de un baúl de viaje de Louis Vuitton. Con su famosa lana con el monograma de la casa, montantes de madera y tachones gastados por el tiempo, el interior recuerda nostálgicamente una época, la de principios de siglo XX, en que viajar era un arte que no tenía nada que ver con los horarios o las medidas de seguridad, sino con el savoir vivre al que este hotel rinde culto.
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