México, para la región latinoamericana, es una potencia creativa, un referente, explica Trinidad Zaldívar, jefa de la Unidad de Creatividad y Cultura de la División de Conocimiento, Innovación y Comunicaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en entrevista para Forbes México. La especialista ofrece algunas cifras: De acuerdo con el Inegi, agrega, en el año 2020, la industria creativa en el país aportó 2.9% del pib, lo que representa poco más de 1 millón 200,000 empleos. 

“Cuando miramos a nivel mundial, podemos ver que México se encuentra en el top 20 de los países que exportan productos creativos. Y, en ese sentido, es la única nación de América Latina, en ese ranking, en estos 20 primeros lugares. En el año 2017, por ejemplo, México fue el principal exportador de bienes creativos de Latinoamérica, con exportaciones anuales superiores a 5,200 millones de dólares”. 

Para la experta del BID, en México, existen empresas muy competitivas dentro de esta industria, como las relacionadas con los videojuegos, la animación y efectos especiales, entre muchas otras. “México es el quinto proveedor de bienes creativos a los Estados Unidos; es el sexto exportador de animación, videojuegos, software y contenido digital a nivel global”. 

La pandemia, aclara la experta, hizo evidente la fragilidad en la estructura de los diversos sectores de esta industria. Este escenario, dice, se relaciona con dos aspectos relevantes. Por un lado, con aspectos propiamente estructurales y, por otro, con políticas públicas. “De acuerdo con un estudio, junto con la Unesco, identificamos […] la precariedad del empleo creativo en general. Hay muchísima informalidad, aunque no es el único sector altamente informal. Eso también es importante, y es interesante, porque se pueden tomar medidas de política pública semejantes para resolver problemas comunes”. 

Son pocas las firmas grandes que conforman esta industria. La gran mayoría, enfatiza Zaldívar, no llegan ni a pequeñas empresas: son microempresas. Y, en muchos casos, dice, las personas trabajan de manera independiente. “En otro estudio que hicimos, para entender el futuro naranja [en 2013, el BID acuñó este término para definir a la economía creativa y cultural], veíamos que la mayoría de las firmas son de una o dos personas y crecen y se achican de manera elástica”. 

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Este escenario, explica, pone a las empresas en una situación cuesta arriba, porque es más difícil que alcancen financiamiento. Ello porque los profesionales de estas industrias suelen tener poco conocimiento sobre modelos de negocio y gestión de empresa. “Existe un campo enorme de posibilidades de trabajo junto con el sector académico, en políticas públicas […] El tema de la precariedad del empleo es clave”. La especialista del BID agrega que estos factores también representan una gran oportunidad para otros sectores: “También hay, por ejemplo, un sector financiero que necesita educarse, y entender al sector creativo, que es distinto. Esto no es solamente de una vía”. 

Zaldívar también reconoce que otras grandes oportunidades que presenta esta industria se relacionan con la manera en que “se construye una narrativa a nivel de política”. La industria creativa, afirma, no es un gasto, es una inversión: “Es un sector que le genera a la economía un retorno mucho más alto que otros”. Asimismo, un gran reto que encara la industria es el número de profesionales capacitados para diversos tipos de producciones. “[Por ejemplo] para hacer una película se necesita un montón de gente. Capacitar a toda esa gente es lo que hace falta”. La oportunidad, dice, es enorme: “De las películas de Netflix o Amazon hechas en español o portugués; sólo 15% es producido en América Latina o en Brasil. Todo se hace en España o Portugal”. 

CDMX: UNA CIUDAD CREATIVA 

“La cultura puede reconstruir el tejido social; sirve contra la violencia, las adicciones […] La cultura siempre ha sido muy importante, no sólo para resarcir los daños que otras áreas pueden causar, sino para generar igualdad de oportunidades”, dice en entrevista, Claudia Stella Curiel de Icaza, secretaria de Cultura de la Ciudad de México. 

Para la funcionaria, algunos de los grandes retos que debe enfrentar la industria creativa en la capital del país es la profesionalización, tener una formación tecnológica y que los creativos puedan hacer rentable su trabajo en plataformas digitales. Al respecto, menciona, se ha impulsado una serie de programas que han permitido, por ejemplo, incrementar la alfabetización digital. Uno de ellos, explica, se otorga a través de la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP), con la formación de programadores. 

En 2019 se puso en marcha El Rule, un centro de formación continua, enfocado en la cultura comunitaria, la experimentación tecnológica, la transdisciplina y las artes, entre otros. Curiel de Icaza explica que, además, se invirtió en tres programas sociales que han resultado fundamentales para la reactivación y remuneración de agentes culturales. Se trata de la Convocatoria de Colectivos Culturales, Talleres de Arte y Oficios, y la Convocatoria de Profesores Culturales Comunitarios. Estos programas han beneficiado a 1,200 colectivos culturales y 11,000 promotores, gestores y facilitadores. Además, se han realizado, en los últimos cuatro años, más de 3,000 eventos y 100,000 actividades e intervenciones artísticas en las 16 alcaldías. A estos esfuerzos, dice, se agregan los centros culturales, recintos donde, además de completar la formación básica y media superior, es posible tener acceso a actividades deportivas y culturales. Existen 300 centros de este tipo en la urbe, asegura. 

La funcionaria no deja de lado la relevancia de la oferta de museos que tiene la ciudad, ni las actividades artísticas y culturales que se llevan a cabo y que son importantes detonadores económicos: “Hemos hecho, en el Zócalo, el desfile de muertos […] que genera también una derrama turística impresionante […]”. A este desfile, asegura, asistió más de 1 millón de personas, lo que generó una derrama económica estimada en 1,000 millones de pesos. 

EL METAVERSO 

“El creador ha pasado a ser el centro. Se desplazó del margen al centro [del proceso]. Ahora mismo lo es todo”, dice, en una charla, Xavier Ferrer, director general del Museo Digital Itinerante (mudit.org). 

Para Xavier, el metaverso es una industria floreciente que demandará raudales de creativos digitales, capaces de diseñar diversas experiencias. 

“Vamos a necesitar edificios atractivos, avatares atractivos, ropa digital; vamos a crear la vida digital desde cero, por lo cual, toda la parte creativa es importantísima. Es que todo pasará por la estética”. 

Ferrer opina que las fronteras entre disciplinas se han borrado: “Un ingeniero informático necesita saber de creatividad o de diseño digital; y nosotros, saber de matemáticas y de ingeniería. Todos necesitamos un lenguaje tecnológico en común”, dijo.

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